Hace poco leí un artículo sobre el futbolista Arjen Robben, un excelente profesional que al parecer cuenta con poca suerte en los momentos decisivos de gloria o fracaso.
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Uno de los errores que se ha cometido siempre en el tema deportivo es tender siempre a cuantificar las derrotas o las victorias, la competitividad es muy bonita pero también tiene su cara amarga, las personas siempre se fijan en los triunfadores, aquellos que con esfuerzo y perseverancia alcanzaron grandes triunfos, pero resulta que al otro lado hay una persona o un equipo que quizás se esforzó aún más y no lo pudo lograr.
“Robben es un magnífico futbolista, pese a que su repertorio es tan brillante como monocorde. Siempre intenta la misma jugada, perfilándose a banda cambiada, desde la derecha, y soltando el remate de zurda que en muchas ocasiones, se admite, es ganador.”
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Como este futbolista hay centenares de deportistas invaluables que quizás nunca lleguen a ver su momento de gloria, la idea es dejar de cuantificar las capacidades y los talentos de las personas, no sé si un mundo tan competitivo sea del todo bueno para la sociedad, con menos competencia, quizás daríamos más valor al talento en general y seríamos una sociedad mas igualitaria.
Felicitaciones a todas esas estrellas que dieron lo mejor de sí y que no llegaron a brillar para el mundo.