A menudo suelo alucinar con los programas latinos de fútbol -plagados en su mayoría de comentaristas argentinos- cuando se refieren a Cristiano Ronaldo. Hablan de él como "un gran goleador", que no tiene posibilidad alguna de ser mejor que Lionel Messi, o siquiera acercársele por eso: porque sólo mete goles. No aporta más. Está para empujarla y ya. Al nivel de Luis Suárez o Harry Kane. Escuché a un periodista llamarlo "penaldo" en un debate. Otro dijo que Messi había dominado absolutamente -léase bien: absolutamente- los últimos 10 años del fútbol mundial, aunque entre este par se repartieron los premios individuales más importantes que existen.
Alucino porque no puedo entender cómo presuntos expertos, que son referencia para miles de espectadores, pueden -impulsados por su fanatismo- distorsionar la realidad de una manera tan descarada.
Llevo más de 10 años siguiendo con intensidad la carrera de Cristiano Ronaldo -en especial porque jugó 9 en el Real Madrid, mi equipo favorito- y puedo decir con toda propiedad que ni siquiera su mayor virtud es marcar goles.
Por encima de ello tiene dos cosas mucho más importantes: 1) la capacidad para generar ocasiones frente al arco: la puede meter con la derecha, la izquierda, de cabeza, de chilena, de fuera del área, dentro de ella, mano a mano, tiro libre... como sea. 2) la capacidad para decidir.
Por esta primera virtud sabía que marcaría en cualquier momento con la Juventus; y que marcaría de dos, de tres, de a cuatro. Porque no se puede dar por muerto a quien genera peligro al menos cinco veces por partido (algo que no está al alcance de cualquier mortal).
Y por la segunda virtud que menciono, llegó a la Vieja Señora: para decidir. Algo que se cansó de hacer en el Madrid.
Porque su doblete ante el Sassuolo fue eso: el primer partido que decidió con su nuevo equipo. Y por eso Chiellini enloqueció desde el banco: porque sabe que él es la esperanza de una nueva era. Por eso el estadio explotó aunque no fuesen par de golazos.
Porque un equipo como la Juve no dio 100 millones de euros por un jugador de 33 años para que marcara goles, ya que para eso tenían a Gonzalo Higuaín. Lo hizo buscando a alguien que decide partidos importantes y en torneos importantes... como la Champions, el campeonato que al equipo italiano se le ha escapado de las manos dos veces en los últimos años, quizás por no tener a un ganador nato como Cr7.
El marciano -como fue catalogado por la prensa italiana al sellarse su fichaje- acaba de despertar. Tardó cuatro partidos. Con el Real Madrid también se demoró un poco y terminó con 450 goles.
Esto sólo beneficia a la Juventus, que ansía que el oriundo de Lisboa los convierta por fin en monarcas de Europa. Pues ya lo dijo el propio Messi: "Si bien el Real Madrid es uno de los mejores equipos del mundo y tiene entrenador y plantilla de sobra, que Cristiano no esté en la plantilla le hace menos bueno y hace de la Juventus un claro favorito a la 'Champions'".