En medio de este ambiente de repechaje en el que nos encontramos, en el cual un puñado de selecciones están luchando por obtener su cupo a Qatar, me ha entrado una gran nostalgia por el Mundial Rusia 2018, el cual recuerdo con gran cariño.
Me quedé pensando bastante tiempo en ésta Francia que terminó imponiendose 4-2 a Croacia en una de las finales más raras en la historia de los Mundiales, donde el fútbol no fue el invitado de honor. Más allá del desarrollo de ésta final, no me queda duda alguna que Francia fue un campeón más que justo y merecido por su rendimiento a través de todo el Mundial; porque supieron que era lo que tenían que hacer en el momento preciso, por ser esa selección “camaleónica”, adaptable según la situación y el partido.
Si nos concentramos en los últimos 4 campeones del mundo (todos europeos, por cierto), podemos notar elementos en común. Italia, España, Alemania y Francia descifraron la receta para ser campeones y terminaron coronándose. Quédense, que repasaremos los ingredientes necesarios para cocinar un campeón del mundo.
Un portero TOP.
Elemento imprescindible en un equipo campeón del mundo. Es vital tener un portero de primer nivel mundial, que a pesar que no te lleguen mucho los rivales, te salve cuando sea requerido. Tanto Buffon en 2006, como Casillas en 2010 y Neuer en 2014 eran los mejores del mundo en su momento o estaban dentro de los mejores, y cada uno de ellos fue vital en algún momento de esos Mundiales (ni hablar de Iker en 2010, la mitad de ese Mundial es mérito única y exclusivamente de él). Ahora bien, Lloris en 2018 volvió a ser clave en el campeonato, porque más allá de ese grosero error en la final (partido que poco debería de contar para algo, ya que fue demasiado extraño), cuando fue exigido en fases anteriores respondió con total solvencia, salvando a Francia de goles en momentos puntuales que podían cambiar totalmente el desarrollo de los partidos.
Una defensa sólida.
En el fútbol moderno y sobretodo en los Mundiales, ha cobrado cada vez más importancia tener una defensa infranqueable. Si analizamos los últimos campeones del mundo, todos destacaron por recibir pocos goles durante todo el torneo y manejarse muy bien en defensa. Parejas de centrales históricas como Cannavaro-Materazzi en 2006, Puyol-Piqué en 2010 y Hummels-Boateng en 2014; que no dejaban ni un espacio para los delanteros rivales. Dicen que “los delanteros ganan partidos, pero las defensas ganan campeonatos”; y eso es algo que en este fútbol moderno es más cierto que nunca. Puedes tener el mejor ataque de todos, pero sin una defensa sólida no llegas a ningún lado. Estas selecciones lo entendieron así y Francia en 2018 también. Tanto el nivel de Varane como de Umtiti en ese Mundial fue superlativo. Recuerdo cuanto criticaron a Francia y lo señalaron como un equipo defensivo, rácano; pero la verdad es que entendieron que defenderse bien es clave, hicieron lo que debían hacer. Si a esto le sumamos que tuvieron a dos laterales como Lucas Hernández y Pavard que tienen alma de central y se comprometen con las labores defensivas, el resultado fue una defensa impasable, digna de un campeón del mundo.
Funcionamiento de conjunto.
Y tenemos aquí la principal característica de los últimos equipos campeones del mundo, que realmente son un equipo; un funcionamiento de conjunto que resalta por encima de cualquier estrella. Los últimos Mundiales han demostrado que ésta es la clave, que éste es el camino. Para ser campeón del mundo no necesitas depender de una individualidad, sino de un equipo donde cada jugador entienda su papel y lo realice a la perfección. Si nos fijamos en Italia en 2006, en España en 2010, en Alemania en 2014 y en Francia en 2018, cada una de esas selecciones destacó por su funcionamiento grupal. Muestra de esto es que los últimos 4 Balones de Oro del Mundial no han salido del equipo campeón (Zidane 2006, Forlán 2010, Messi 2014, Modrić 2018), precisamente porque lo que ha destacado en los campeones ha sido el conjunto y no estrellas en específico. Con esto no quiero decir que los equipos campeones no tuvieran grandes jugadores; cada uno contaba con individualidades muy importantes. Pero en estos equipos no destacó un jugador por encima de los demás, de forma tal que podamos recordar a cada uno de estos torneos como “el mundial de…”, como si podemos hacer con Maradona en el '86 o Ronaldo en 2002. Por ejemplo, Italia en 2006 tenía grandísimas estrellas, pero un partido fue de Totti, otro de Del Piero y así sucesivamente. Igualmente sucedió con Francia en 2018 que estaba repleta de estrellas, pero en la cual ningún jugador destacó demasiado por encima del resto, ninguno del que hayamos podido decir “se echó el equipo al hombro"; porque nos encontramos con un juegazo de Mbappé vs Argentina, con un gran partido de Pogba y luego encontramos a un Griezmann que sacrificó su propio brillo personal para darle juego al equipo.
Francia y los 3 campeones que le precedieron entendieron las claves de los campeones y las ejecutaron a la perfección, marcando el camino a seguir para los próximos aspirantes a campeones. Sobretodo, estos equipos nos están dando una lección a los sudamericanos. Por fin debemos entender que “huevos y talento” no basta para ser campeón, que no basta con aferrarse a una estrella, no basta con tener al mejor del mundo; palabras como _táctica, proceso, proyecto, incorporación de juveniles** deben de marcarse en la mentalidad sudamericana si queremos volver a recuperar terreno en los mundiales, terreno que en los últimos 16 años pertenece única y exclusivamente a los europeos, porque **ellos_** tiene la receta.**