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«La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir».
— Alphonse de Lamartine
𝔹 ℝ 𝕌 𝕁 𝔸
𝕄 𝔸 ℝ 𝕋 𝕀 ℝ
El día más monstruoso de esta situación, ocurrió por la tarde temprano, mis compañeros de la Orden del Santo Oficio decidimos unánimemente incursionar en el bosque a detener a mi hermana, ya que los últimos eventos que habían ocurrido eran sumamente preocupantes, y si no hacíamos algo con prontitud, quedaríamos a merced del maleficio.
Todos los inquisidores asentimos, el último de ellos fue el Padre Rolando, quien no era completamente fehaciente a esta misión, pero al darse cuenta que no había manera de evitar aquel mal, decidió estar de acuerdo con nosotros. Al alzar las miradas para emprender nuestro cometido, una ráfaga de viento esotérica entró por las ventanas, nos golpeó a todos con agresividad, agitando nuestras sotanas con fuerza. Puedo jurar que en ese instante, escuché un susurro que me estremeció de miedo haciendo casi temblar a mi corazón. Estoy seguro que aquella voz casi inefable pertenecía a mi hermana, y solo pudo conferirme una palabra que me dejó en la confusión: «Ayúdame».
Me quedé inerte, mirando hacia la ventana, no sabía que pensar. Después las fuertes ráfagas se detuvieron y toda la orden se quedó pasmada por el repentino evento. El Padre Alonso, líder de nuestra Orden, vio la manifestación como un desafío por parte de Rosa, y decidimos emprender hacia nuestro objetivo esta misma noche, cuando los destellos del sol abandonen las instancias de estas tierras.
La noche fue lo peor, ese mismo día, cuando por fin las tinieblas ocuparon sus posiciones, se escucharon cánticos que provenían del bosque. Los pueblerinos comenzaron a jadear de temor, les advertimos a todos que se refugiaran en sus hogares, pero nuestros esfuerzos por protegerlos eran en vano. Muchos de ellos comenzaron a salir de sus casas, ostentando un brillo púrpura en sus ojos. Vislumbré aterrorizado hacia el bosque y divisé luces que bailaban sobre las copas de los árboles más cercanos, era mi hermana, quien finalmente comenzó a actuar.
El Padre Alonso ordenó que actuáramos siguiendo a las personas que estaban bajo el trance, pues estas nos guiarían hacia el cubil donde radica el mal. Yo caminaba junto al Padre Alfonso, el único que me daba seguridad, pues su ímpetu y valentía, podían ser transmitidos a cualquiera.
Entramos al bosque, cada uno de nosotros nos colocamos junto a los lugareños hechizados. Caminamos no sé cuántos kilómetros, los cánticos se hacían cada vez más fuertes, era obvio que estábamos cerca. De repente, divisamos un gran resplandor que emanaba en medio del bosque, nos acercamos con prudencia, ya que aquel mal podía detectar nuestra presencia y liquidarnos en un instante.
Al observar con detenimiento, notamos que aquel intenso brillo provenía de un gran árbol; un árbol mágico. Veíamos con horror como las personas entraban a un gran agujero que se encontraba en todo el centro del tronco, era enorme y se podía vislumbrar a poca distancia la multitud de cadáveres que había en su interior. Entre ellos, pude notar el de una mujer, con vestidos rojos y una pañoleta rosada sobre su cabeza, ¡tal y como el que llevaba Rosa el día que huyó a este bosque!
¡No puede ser! ¡Mi hermana también fue víctima de este demonio en forma árbol! Y yo que tanto la maldije por su supuesta brujería. ¡Oh señor, perdóname por ser tan perverso e insensato! ¡Perdóname Rosa por no haberte protegido antes, y ahora… ahora estás muerta!
El Padre Alfonso, al ver tal atrocidad, tomó un palo de antorcha cubierto de aceite de oliva en un extremo, luego lo encendió y lo lanzó al árbol. Las llamas no tardaron en cubrir toda la extensión de aquel maldito, las personas comenzaron a detenerse y a despertar del embrujo. Al ver el fuego, pensé en el sueño que tuve con Rosa siendo quemada en la hoguera y el pueblo consumido por ese fuego púrpura. Me di cuenta que aquello fue un mensaje, transmitido por mi hermana desde ahí, para que yo buscara la manera de liberar su alma. Desde entonces, mis hermanos de la Orden y yo le hicimos un altar, pidiéndole al cielo perdón infinito por culpar a una de sus hijas por brujería.
FIN
Escrito por @universoperdido. Marzo 31 del 2020
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