El recuerdo de un corazón en decadencia

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Ella era… Sí, era, ¿Cómo era? Diferente.

Brillante, hermosa, jovial.

La mujer perfecta, la más bella que conocí.

Sí, así era ella.

La recuerdo aún en mi vejez, tan joven y bonita y una lágrima sale seguida de muchas más.

Nadie puede vivir una vida sin arrepentimientos, sin excepciones todos nos arrepentimos de algo y yo me arrepiento aún ahora de tantas cosas… Pero nunca de haberla conocido.

Desde que tuve cabida en el mundo ella me abrazó sin yo saberlo, y, sin darme cuenta, cuando aprendí a hablar y recordar, la amé sin cesar.

La recuerdo como si estuviera aquí, y todo aquél que tenga éste sentimiento, ésta sensación de añoranza tan vívida y constante, no sobreviviría ni un día a un mundo así, lleno de soledad y tristeza.

La recuerdo cantando y soñando, risueña y alegre, su voz melodiosa cantaba para mí sin cansarse ni un ápice y me hacía tan feliz…

Sí… Así viví mi niñez.

Así fue, así fue…

En mi infancia nunca la vi llorar, ni vacilar, ni mucho menos dudosa de decisión alguna, parecía tener un gran control del mundo que la rodeaba, una empresaria exitosa, siempre riendo y soñando.

A mi padre no lo recuerdo así.

Era muy seco y amargado, parecía no tener vida dentro de su cuerpo, o tal vez sí la había pero lo ocultaba muy bien, tanto así, que sólo ella le daba vida, fuera de ello, parecía un cascarón vacío.

La recuerdo bailar con él y verlo sonreír.
Pero luego ella se iba y su vida perdía sentido y volvía su frialdad, sólo eso.

Luego pasé a ser un joven de once años, y, por primera vez, la vi llorar, sola.

En un día de invierno, aquél que tanto le encantaba.

Nunca entendí el por qué, el invierno es horrible, todo sentido de vida pierde valor, todo se marchita, todo muere en ésa época del año.

Y, aún cuando lloraba, me abrazó y me dijo: “¿Qué quieres hacer hoy? Ya estoy libre, ¡Vamos a jugar!”
Como si fuese un fénix, renacía y se volvía una niña y jugaba sin parar conmigo. Así de buena fue la vida con ella, o eso fue lo que pensé.

Así viví a su lado mientras mi padre viajaba por negocios, recuerdo que muy poco llegó a casa, él se encargaba de más cosas de las que podía manejar y le odié por ello, ella lloraba y yo no sabía el por qué, él no estaba cada día le veía menos. Ya había oído de aquello que le llamaban “divorcio”, un trámite que conlleva a separaciones de bienes materiales, custodias de los niños y, claro está, la separación definitiva de la pareja.

Y suspiro.

Pensé que era eso, lo confronté, sólo bastó una vez para que él me gritara por primera vez en mi vida, vi su cara deformarse hasta hacer una mueca horrible desde mi punto de vista, y lo supe.

Una palabra horripilante y sé que a todo al que le suceda, tiene una condena. Pero eso no es todo, esa palabra es como el invierno, una vez que la oyes, todo en la vida deja de tener sentido, todo muere, caes de rodillas y lloras como si mañana dejase de existir.

¡Cáncer!

Ella no iba a durar mucho tiempo y yo, a mis tempranos doce años, tuve despedirme de mi vida como la conocía.

La vi apagarse y ponerse pálida, llorar noches enteras por el dolor incesante que siempre estaba allí, ya no volvimos a jugar, ya no volvimos a bailar, ni a cantar, ella fue perdiendo su brillo y yo perdí mis sentidos, ella fue mi compás y, a mis quince años, ya la había perdido.

Mi vida no se acabó.

Siguió.

Pero ni yo ni él —mi padre― volvimos a sentirnos con vida.

Ella fue el sentido de todo y, cuando se fue, la vida en sí se volvió gris.

Mi vida era buena, claro que lo era, tenía una herencia millonaria, casas de campo, caballos, muchos lujos y “amigos”, todo… Pero todo… Ése “todo”, se había vuelto vacío, se había vuelto nada.

La palabra amor fue una de las más vacías.

Sí que lo fue.

Costaba y cuesta, aún ahora, cuesta respirar.
Mis pulmones no pasan oxígeno, y siempre que la recuerdo vuelvo a llorar.

Ya no existía ni Cielo ni Infierno, ésta vida, aunque “buena”, eran exactamente esas palabras en sí.

No hay fin para muchas cosas, una de esas, fue éste sufrimiento incansable como lo conozco, como lo conocí.

Fue… ¿Trágico? No hay palabra para describirlo, para describir, para narrar… Noches interminables sin poder vivir como ella quería.

Y me arrepiento… Porque no viví como ella me lo pidió.

Fin.

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Aquí les dejo los últimos en caso de que quieran leerlo.


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Un amor efímero

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La vida no tiene sentido.

Andres escrito (1).png
Una noche sin luna.

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Le doy las gracias a la comunidad de Literatos y a @es-literatos por su gran apoyo .

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La portada la cree en la pagina https://www.canva.com/

Le doy las gracias por leer mi escrito.
Entre todos hay que apoyarse, así que déjame tu ultimo post y con gusto lo veré.

◕‿◕

Que tenga un buen, lindo, maravilloso y emocionante día.

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