Aquí nace un nuevo proyecto: El Doctor Vinotinto
Dos palabras: «Venezuela existe». Dichas por Richard Páez Monzón, director técnico de la selección nacional para aquel entonces, un 31 de marzo del 2004 en una rueda de prensa postpartido. La Vinotinto acababa de vencer acababa de vencer al combinado de Uruguay en un compromiso que cualquier persona allegada al espectro del fútbol en Venezuela conocerá. Él, luego de hablar sobre el desarrollo del partido en general, pronunció esas dos palabras que derivaron en una nueva era para Venezuela en su relación, hasta entonces exclusivamente trágica, con el fútbol.
Esas dos simples palabras podrán tomarse muy a la ligera hoy día, sin embargo costaron, para empezar, años de humillaciones y el esfuerzo que supuso dejar de lado la mentalidad derrotista; se sudó sangre, en el contexto deportivo claro está, para que esas dos palabras pudieran ser pronunciadas. Parafraseando al propio Páez: poco más de treinta personas, entre jugadores y cuerpo técnico, le demostraron al mundo del fútbol que Venezuela luchaba por buscar un protagonismo que, dentro del extenso historial de derrotas, nunca antes podría haber convencido a los propios y extraños, dentro y fuera de la casa, de que era posible lograrlo.
Tras el evento, y aquellas dos palabras, un antes y un después quedó marcado en la historia del fútbol venezolano que incluso afectó, para bien o para mal, a otros deportes del país y la forma de verlos por parte del periodismo, las agencias publicitarias, los ojeadores y caza talentos, y el fanático común.
Si acaso antes de esa rueda de prensa, luego del efímero 0-3 bautizado como Centenariazo, podíamos contar con un dígito la cantidad de futbolistas venezolanos que habían pisado algún club extranjero, mientras hoy día existen secciones enteras de prensa, además de grupos, canales y páginas en diversas redes sociales, que se dedican exclusivamente a hablar sobre ellos, los famosos venezolanos en el extranjero aka "Venex" del fútbol; mucho menos podríamos imaginar a futbolistas venezolanos creando marcas, fundaciones y escuelas de fútbol con capital de su propio bolsillo ganado en el desenvolvimiento de su profesión y ni hablar de ver llenazos en los –deteriorados– estadios por alguna final de copa o liga en el fútbol local.
Nosotros
A partir de esas dos palabras nuestro fútbol creció con enormidad en un periodo de tiempo relativamente corto, eso es innegable. Sin embargo vemos con temor cómo, desde unos años para acá, muchos de ese crecimiento ha caído en una especie de pozo, eclipsado por corruptelas y sucesos novelísticos, dignos de una tragicomedia, que parten desde los más jóvenes jugadores hasta el cabecilla mayor de la directiva/mafia que regenta nuestro fútbol y se hace llamar "federación", y cómo una preocupante porción del periodismo nacional, que en esencia debería predicar la verdad sin temor a que la crítica pueda herir susceptibilidades, condona, da vitrina y hasta aúpa estas costumbres deplorables con la excusa de que "hay que destacar solo bueno" porque sí.
Acá esperamos hacer algo diferente a ese periodismo de burdel que, en lugar de ayudar, solo sirve para excusar y malacostumbrar, además de entretener a masas ignorantes. No pretendemos tampoco ir ondeando la bandera un 'neoperiodismo', ni nada 'revolucionario'; nuestra misión es solo transmitir la verdad, con toda la carga subjetiva que pueda haber de por medio, promover y felicitar lo que sea meritorio de ser promovido y felicitado, y criticar y condenar lo que merezca ser criticado y condenado.
Para no desviarnos del tema original, ¿por qué elegir El Doctor Vinotinto como nombre para este modesto proyecto? Simplemente porque consideramos que hay que dar, como dice el dicho, honor a quien honor merece; y es difícil encontrar un nombre entre quienes hacen vida en el fútbol venezolano, con el respeto de las muchas personas que verdaderamente han contribuido al crecimiento, que merezca ser honrado más que el del doctor Richard Páez Monzón.
Sin más que decir, deseamos que usted, lector, pueda acompañarnos en este proyecto que esperamos le resulte en una experiencia gratificante y le sirva como brazo, o al menos dedo, para tener a su alcance información que sea sincera y oportuna a la vez, ya que en el periodismo una es prácticamente inútil sin la otra.