Hace poco llego de visita una de mis mejores amigas, por la terrible situación económica que atraviesa nuestro país tuvo que emigrar en busca de mejores oportunidades. Al saber que venía de visita todos nos alegramos y decidimos reunirnos y así pasar un rato agradable junto a ella. Desde el primer momento en que la vimos todo fue risas y alegrías, pero era inevitable tener esa sensación de tristeza al saber que todo era como una ilusión que duraría poco, todos sabíamos que pasaría pocos días y que luego tendría que regresar sin saber cuándo volveríamos a verla.
En la imagen que les mostré arriba no estamos ni la mitad del grupo que éramos originalmente, muchos están en distintas partes del mundo haciendo una nueva vida, durante el encuentro mas de una lagrima nostálgica se vio salir al recordar los momentos de locura diversión que vivimos durante la adolescencia, esos momentos solo quedan en la memoria pero con la esperanza de que algún día todo cambie y podamos compartir o por lo menos puedan regresar al país que los vio nacer, no digo que emigrar sea malo, si se da en las circunstancias adecuadas siempre es bueno cambiar para vivir mejor, pero es triste que esa migración sea mas bien una huida porque no tienes como sobrevivir y te veas forzado a abandonar todo lo que amas, familia y amigos para intentar vivir.
Dejando a un lado la melancolía y los sentimientos tristes pasamos una noche super divertida, hicimos sentir a la visita como en su casa, tomamos sus bebidas favoritas, al igual que las chucherías y pasapalos. Solo queda disfrutar de estos momentos por más cortos que sean, aunque es muy placentero ver y compartir con alguien que tenia tiempo fuera del país y viene de visita siempre se tiene la sensación de que es una bienvenida con sabor a despedida.