Hojas caen con el viento, amarillas, a veces rojas, moribundas, las margaritas y los lirios se esconden, en la mente es donde ahora florecen, en la soledad profunda, una banca y un café, lápiz y papel arrugado, mil escritos que murieron en papeles empelotados, el escritor se quedo sin tinta, sus recuerdos son pesados, su mente que divaga en la nada, el escritor magullado.
Lluvia de tonos marrones nuevamente el viento esparce, un otoño nuevo llega y con el un dulce aroma, que a mi ventana se asoma, me invita a alzar el vuelo, miro el piso con recelo, no se si dejarme llevar, no se si deba esperar, no se si espero demasiado, por la ventana escapa el murmullo de un susurro exhalado, gélido, bajo, soso, no queriendo ser escuchado,
otro papel mas que se arruga, con escritos expirados, letras que no cobran vida sobre un papel desmenuzado.
Otra ves llama el viento, invita nuevamente a la calma, tres suspiros hondos que bebe apresurada el alma,
puntitos luminosos que corren por su rostro, caen por su barbilla, mueren en su torso, a veces todo es oscuro, a veces muy hermoso, pero todo es como es, no sera de otra forma, cambiante, susurrante viento, cuentas cuentos con caricias,
me susurras siempre en calma, nunca lo haces muy deprisa.
Cesta de papeles muertos, Eolo los revuelve, los deja salir de su prisión, forman una canción, piden renacer de nuevo, el escritor los toma suavemente, relee sus lineas vehemente, les entrega compañía, ya no es tan inclemente, papeles muertos renacidos, ahora versos conocidos, letras perdidas y encontradas, el escritor con vista apresurada, la lleva hacia fuera de su ventana y luego al palacio de su alma, recorre las paredes y las salas, buscando desplegar sus alas, ya no puede detenerse, necesita conocerse.
JDQ