Todo comenzó una mañana en el taller de la escuela técnica. Mi compañero, Marcelo, siempre ha sido el más meticuloso y apasionado por la precisión en nuestro grupo. Así que cuando su percanta nos asignó la tarea de construir un metro cúbico, todos sabíamos que Marcelo se encargaría de liderar el proyecto.
Primero, Marcelo nos reunió a todos para discutir el plan. Con su habitual atención al detalle, explicó que un metro cúbico mide exactamente un metro en cada una de sus tres dimensiones: largo, ancho y alto. Para asegurarnos de que todo fuera perfecto, necesitaríamos materiales de alta calidad y herramientas precisas. Las cuales las conseguiría Marcelo en Oficina técnica.
Después de revisar nuestras herramientas y materiales, Marcelo nos llevó al taller de carpintería/Hojalatería. Allí, seleccionó cuidadosamente los caños de PVC que utilizaríamos para el proyecto.
Con un arco de sierra, cortó las tubos con la precisión que solo él podía lograr. Cada tubo tenía que medir exactamente un metro de longitud para asegurarnos de que las dimensiones finales del cubo fueran correctas. Mientras cortaba, nos explicó la importancia de la precisión en cada paso, ya que un pequeño error podría desalinear toda la estructura.(Gran Líder)
Una vez que todas las piezas estuvieron cortadas, comenzamos a ensamblarlas. Marcelo utilizó una escuadra para asegurarse de que cada esquina fuera un ángulo perfecto de 90 grados. Con pegamento, unimos las tubos, formando primero el marco de la base y luego las paredes laterales.
Mientras trabajábamos, Marcelo verificaba constantemente las medidas con su metro, asegurándose de que cada lado del cubo mantuviera la precisión de un metro exacto. Incluso en los momentos en que algunos de nosotros nos distraíamos, él permanecía concentrado, guiándonos para corregir cualquier desalineación.
Finalmente, colocamos la tapa superior, completando el cubo. Marcelo hizo una última revisión, midiendo cada dimensión nuevamente. Con una sonrisa de oreja a oreja, nos confirmó que habíamos construido un metro cúbico perfecto.
Este proyecto no solo fue una lección sobre técnica y precisión, sino también sobre el valor del trabajo en equipo y la importancia de la dedicación y el cuidado en cada tarea. Gracias a la pasión y liderazgo de Marcelo, aprendimos que la atención al detalle y la paciencia son esenciales para alcanzar la perfección en cualquier proyecto.
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It all started one morning in the technical school workshop. My partner, Marcelo, has always been the most meticulous and passionate about precision in our group. So when his percanta assigned us the task of building a cubic meter, we all knew that Marcelo would be in charge of leading the project.
First, Marcelo brought us all together to discuss the plan. With his usual attention to detail, he explained that a cubic meter measures exactly one meter in each of its three dimensions: length, width and height. To make sure everything was perfect, we would need high-quality materials and precise tools. Which Marcelo would get from the Technical Office.
After checking our tools and materials, Marcelo took us to the carpentry/body shop. There, he carefully selected the PVC pipes we would use for the project.
With a bow saw, he cut the tubes with the precision that only he could achieve. Each tube had to measure exactly one meter in length to ensure that the final dimensions of the cube were correct. While cutting, he explained to us the importance of precision in each step, since a small error could misalign the entire structure. (Great Leader)
Once all the pieces were cut, we began to assemble them. Marcelo used a square to make sure each corner was a perfect 90 degree angle. With glue, we join the tubes, first forming the base frame and then the side walls.
As we worked, Marcelo constantly checked the measurements with his meter, making sure each side of the cube maintained the precision of an exact meter. Even in times when some of us became distracted, he remained focused, guiding us to correct any misalignments.
Finally, we place the top cover, completing the cube. Marcelo did one last check, measuring each dimension again. With a smile from ear to ear, he confirmed that we had built a perfect cubic meter.
This project was not only a lesson in technique and precision, but also in the value of teamwork and the importance of dedication and care in each task. Thanks to Marcelo's passion and leadership, we learned that attention to detail and patience are essential to achieving perfection in any project.