Nunca lo planeó, no pensaba comprar ni comer un chocolate aquel día (obviamente ella tampoco), lo tenía en su mano y la veía a ella, sabía que venían esos besos que al consumarse los extraía de este mundo, pero esta vez existía un tercero, un invitado, un chocolate que llegó a sus manos quizás siendo invitado por sus ardientes feromonas de forma inconsciente.
Preguntaba ella entonces "¿Nos vamos a besar o a comer chocolate?", las miradas se cruzaban con picardía, era demasiado obvio lo que iba a pasar, no serían solo besos, sería algo más...
Aquel día, ninguno de los dos imaginaba que un simple chocolate se convertiría en parte de sus besos, pero es que..., no eran sólo besos, ¡Estaban comiéndose el chocolate mientras se besaban!.
Encontraron la combinación perfecta sin siquiera planearlo, el chocolate se derretía en sus bocas en el acto, hasta que de un momento a otro, ya no había chocolate, ella se despedía diciendo con sentimiento: "Qué besos tan ricos", él respondía: "Jamás en mi vida me había dado unos besos tan ricos".