La solidaridad es el apoyo absoluto a causas ajenas, principalmente en los escenarios más complicados o difíciles. En casos de meter las manos al fuego por una amiga o por un amigo, no vemos el riesgo de nada. Estamos en esa situación que no importa lo que pase, o el porqué de la situación, no importa nada, solo proteger los intereses de nuestro amigo a toda costa.
Pero hay una diferencia. Las mujeres son más inteligentes que los hombres en cuestiones de abogar por sus amigas. Son más que actrices, interpretan el papel perfectamente para que los hombres quedemos hechos unos ochos, buscando las cinco patas al gato. Hacen trabajo en equipo y ese trabajo les rinde frutos.
Cierta vez en casa de los Pilates Ampueda, hubo días de discordia entre Eustoquio y Elba Ruperta, por las salidas a fiestas y rumbas de estos dos seres.
Ellos eran un par de jóvenes que tenían una relación algo liberal, donde se permitían salidas nocturnas con sus amistades hasta cierto nivel de tolerancia. Pero a medida que crecía el tiempo en pareja, esas salidas disminuían el aguante y el consentimiento.
Un día Elba Ruperta llegó a casa a eso del mediodía después de un viernes rumbero. Se prendió el gallinero.
¡Señora!
¿Usted me va diciendo donde paso la noche? Dice Eustoquio, algo enfurecido.
¡Hum! ¿Dónde cree usted? Donde mi mejor amiga. Y no me pregunte que no le respondo más. Piense lo que quiera.
¡Ah, bello que te quedo! Voy a ver.
Eustoquio cogió el teléfono y comenzó a llamar a todas las amigas que aparecían en el directorio.
Hola Nicasia Ernestina, ¿mi mujer pasó la noche contigo?
¡No!. Yo estoy enferma.
Aló, Clemencia. ¿Mi mujer estuvo contigo anoche?
¡No! Tengo meses que no la veo.
Hola Belén, ¿Por allá se quedó mi mujer anoche?
Ay chamo, no. Pero no le digas que yo te dije algo.
Así, Eustoquio llamo casi una docena de amigas hasta que una le respondió positivo.
Aló, Nuncia. ¿Mi mujer se quedó contigo anoche?
Sí señor, aquí paso la noche. Y debe estar llegando a la casa así que prepárele una sopita continental con huevito, porque ella y yo pasamos una noche bien rico. ¿Algún problema?
Ah ok, no, no, no. Solo quería saber si estuvo allá.
Eustoquio quedó “picao”. Y quiso regresarle la jugada a Elba Ruperta.
El fin de semana siguiente Eustoquio se perdió de rumba, fue por el desquite, por la venganza. Llego pasado el mediodía. Bien borracho, sucio, hediondo a ron, sin zapatos, “vomitao”. A lo que Elba le dice.
Bien bello que te queda, te llamo y no respondes. Apagas el teléfono. Llegas a esta hora y todavía borracho. Si se puede saber; ¿Dónde estaba el niño?
¡Hum! ¿Dónde cree usted? Donde mi mejor amigo. Y no me pregunte que no le respondo más. Piense lo que quiera.
Elba Ruperta coge el teléfono y llama de inmediato a diez de los amigos de Eustoquio. Ocho de ellos le dijeron que Eustoquio paso la noche con él, jugando domino y tomando cerveza. Los otros dos también ratificaron que Eustoquio estuvo en sus casas, hasta le dijeron que no le llame más, que está dormido y el sonido del teléfono lo puede despertar.
Los hombres y las mujeres mantienen la solidaridad, lo que varía entre los géneros, es el nivel de inteligencia aplicada.
Gracias por leer. Feliz y solidario día para todos, steemados y whalerianos.
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