Los niños son seres llenos de amor, de cariño, de inocencia, no tienen ningún tipo de malicia ni mala intención.
En el camino de su crianza, van adquiriendo valores, buenas (y malas) costumbres, y van creando poco a poco su propia personalidad.
Muchas veces copian conductas de nosotros los padres, otras veces de terceras personas.
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El punto es que, en nosotros está que nuestros hijos sean en el futuro hombres y mujeres de bien, o de mal, debemos en todo momento darles amor, cariño, comprensión, buenos ejemplos, enseñarle buenos valores, orientarlos sobre las cosas buenas y las cosas malas, y cuidar con quien se relacionan.
Cómo dice la canción “las lágrimas aprender a reir” de Roque Valero que escuché hace un par de días, “Nadie nace de chiquito siendo malo”.