Las autoridades tailandesas han difundido este miércoles las primeras imágenes del rescate de los 12 niños y su entrenador de fútbol que estuvieron atrapados durante 18 días en la cueva Tham Luang, en el norte del país. La operación para sacar al grupo de la gruta, que se inundó tras las fuertes lluvias, se prolongó a lo largo de tres días y finalizó el martes con éxito pese a las grandes dificultades técnicas. Todos los rescatados fueron trasladados al hospital de la capital de provincia, donde se están recuperando.
Los niños y su monitor, todos ellos miembros de un equipo de fútbol local, entraron a visitar la cueva, una conocida atracción turística de la zona, el pasado 23 de junio. Una fuerte tormenta inundó varias partes de la gruta y el grupo quedó atrapado. Unos buzos británicos les localizaron después de nueve días. Desde entonces se consideraron diferentes alternativas para sacarles: construir un túnel alternativo en la roca, enseñarles a bucear, o intentar drenar toda el agua para que pudieran salir caminando. Al final se optó por una combinación entre la segunda y la tercera opción.
El grupo recibió clases de buceo y natación y las autoridades empezaron a drenar el agua en el interior de la gruta. Cuando consideraron que el nivel había bajado a un nivel razonable, y ante una nueva amenaza de fuertes lluvias, las autoridades dieron luz verde a la operación de rescate. La salida se efectuó de manera escalonada —cuatro niños por día, y el tercer día también fue rescatado el entrenador— y contó con la participación de las autoridades locales y de voluntarios tanto tailandeses como extranjeros.
Rescate de los niños atrapados en la cueva de THAM LUANG
La ruta para sacar a los niños estaba llena de dificultades. Sin luz, con desniveles, inundada en algunos puntos y con tramos muy estrechos. La principal preocupación era un pasadizo angosto, en forma de U, complejo incluso para buceadores profesionales, que tardan 11 horas en ir y volver al punto de la cueva donde se encontraban los niños, 2,5 kilómetros en el interior del túnel. Uno de los buzos voluntarios que participó en la misión falleció el pasado 6 de julio al quedarse sin oxígeno