El día del cumpleaños número 10 de Javier había llegado, y la emoción en el aire era palpable. Javier había estado esperando este día con ansias, y sus padres lo habían ayudado a planear la fiesta perfecta. La casa estaba decorada con globos de todos los colores, serpentinas y una gran pancarta que decía: “¡Feliz Cumpleaños, Javier!”.
A medida que llegaban sus mejores amigos, la emoción en la sala de estar aumentaba. Habían preparado una mesa llena de bocadillos deliciosos: papas fritas, sándwiches, y una enorme torta de chocolate que parecía sacada de un sueño.
Pero la verdadera estrella de la fiesta era la PlayStation. Javier y sus amigos se acomodaron frente a la gran pantalla del televisor, controladores en mano. Se sumergieron en sus juegos favoritos, gritando y riendo con cada victoria y derrota. Cada partida se convertía en una batalla épica, y el salón resonaba con los sonidos de la diversión.
En un momento, los padres de Javier trajeron la torta, con diez velas brillando intensamente. Todos cantaron "Feliz Cumpleaños" y Javier cerró los ojos, pidiendo un deseo antes de soplar las velas. Los aplausos llenaron la habitación mientras las velas se apagaban.
Después de cortar la torta y disfrutar de una dulce pausa, los niños volvieron a los juegos. Se turnaron para jugar en equipos, y la emoción no disminuyó ni un poco. Las risas y los gritos de alegría continuaron hasta altas horas de la noche, creando recuerdos que Javier y sus amigos guardarían para siempre.
La fiesta terminó, pero el espíritu de camaradería y diversión permaneció en la casa. Javier se acostó esa noche con una sonrisa de satisfacción, sabiendo que había celebrado su décimo cumpleaños de la mejor manera posible, rodeado de amigos y haciendo lo que más le gustaba.
Esa noche, mientras caía en un sueño profundo, Javier soñó con nuevas aventuras y juegos, sintiéndose agradecido por un día que había superado todas sus expectativas.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
