En un pintoresco pueblo de montaña en el norte de Italia, vivía un hombre llamado Don Bautista. Era conocido por ser el maestro de los chorizos artesanales, una receta que había sido transmitida de generación en generación en su familia.
Don Bautista tenía una pequeña carnicería en la plaza del pueblo. Cada mañana, se levantaba al amanecer para seleccionar los mejores cortes de carne y las especias más frescas. La receta de sus chorizos incluía un toque especial de hinojo silvestre y una mezcla secreta de hierbas que solo él conocía.
La fama de los chorizos de Don Bautista se extendió más allá del pueblo, atrayendo a viajeros de todas partes. Un día, un joven chef de un famoso restaurante de Milán visitó el pueblo y probó los chorizos de Don Bautista. Quedó tan impresionado que pidió aprender el secreto detrás de tan exquisitos sabores.
Don Bautista, siendo un hombre generoso y sabiendo la importancia de mantener viva la tradición, decidió enseñar al joven chef. Juntos, prepararon los chorizos en la antigua cocina de la carnicería, compartiendo historias y risas.
El joven chef llevó la receta de vuelta a Milán, donde los chorizos de Don Bautista se convirtieron en la estrella del menú de su restaurante. A pesar de su éxito, nunca olvidó el humilde origen del chorizo y siempre mencionaba a Don Bautista como el verdadero maestro detrás de la receta.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
