Desde un punto de vista general, la mujer es la especie humana de género femenino, con características físicas y biológicas que la hacen diferente a los hombres, o sexo opuesto.
Pero hay mucho más allá de esa simple definición...
Durante siglos, la sociedad consideró que la mujer debía limitarse a cumplir con el rol de esposa y madre; con el tiempo, comenzamos a ocupar puestos sociales más relevantes.
En la actualidad, a diario luchamos por mejorar nuestra condición y pocisión en el entorno. Sin embargo, en cierto momento de la vida, la mujer se queda atrás por variadas razones, entre ellas, formar una familia, considerando en muchas ocasiones prioridad procrear y criar hijos; eso es tomado como un tiempo para luego seguir en lo cotidiano. Somos tan fuertes que podemos con el matrimonio, con los oficios de una casa, con el trabajo, logramos participar plenamente en la formación de los hijos y, además, luchamos por lograr sueños. Es cuestión de organización.
Un punto importante y frecuente en nuestro mundo, es el machismo, el cual debe ir sensibilizándose para que así se pueda dar apoyo, aprovechando el potencial femenino, su independencia y el emprendimiento que requiere.
Es pertinente mencionar que, por la cabeza de muchos hombres no pasa la diferencia entre el hombre y la mujer; influye el proceso de crianza donde, en numeroso casos, se crean patrones y se recalcan pensamientos como “el hombre puede, la mujer no”, “la mujer es apta para esto, el hombre no”; debemos entender de una vez por todas que somos iguales y tenemos las mismas posibilidades de hacerlo todo a pesar de que esto no deja de ser un tabú.
Hoy día, hay una gran proporción de profesiones equitativas que años atrás eran consideradas solo oficio para hombres, sin embargo, permanecen muchas diferencias significativas; por ejemplo, en el ámbito político es notoria la presencia de líderes masculinos. Las mujeres somos tan capaces como los hombres, el día que se nos permita tomar el control, se marcará la diferencia en la historia; cuando eso suceda el resultado será una sociedad mucho más sensible, que bastante hace falta. No se pretende estar por encima de los hombres, debemos seguir en la búsqueda de una sincera y verdadera igualdad, plena en oportunidades que permitan resaltar nuestras capacidades en el mundo entero.
Vale la pena resaltar que, a veces en situaciones del diario vivir, el problema no es la mujer sino la permanencia lamentable del machismo, se debe direccionar a las feminas a seguir atreviéndose y aprender a que por sí solas podemos trascender. No compitamos con el hombre, no nos convirtamos en feministas negativas, simplemente respetémonos, al fin y al cabo, hombres y mujeres somos seres humanos que nos complementamos los unos a los otros, solo los miembros de un mismo género, sin contar con sus opuestos, no pueden llegar muy lejos.
Hay que destacar algo tan significativo y a la vez simple: formamos pareja, creamos familia, enjendramos nuevas generaciones, y en las organizaciones pasa algo similar, nos unimos para usar las fortalezas individuales que poseemos en unas u otras cosas, generando resultados exitosos; sin duda alguna, hombre y mujer son el complemento perfecto el uno del otro.
A nivel personal, el orgullo de ser mujer viene de casa, de crianza, me enorgullece tener una maravillosa madre, quien es una mujer guerrera y emprendedora, sin dejar de lado un buen rol en el hogar. Estoy rodeada de mujeres que me han llevado a confiar en que si puedo, a hacer todo con amor y humildad, puntos esenciales para alcanzar metas, llegar lejos o hacer la diferencia, ser autosuficiente, a veces polifacética, tener seguridad y atreverme.