Recorro calles sedientas y desmoronadas, semejantes al resultado de un movimiento de placas tectónicas o terremoto. Continuo caminando, imagino circunstancias que desearía en algún momento experimentar, pero mi ser se encuentra en un estado de no querer soñar más, sino vivir de fantasmas pasados.
Quiero seguir soñando pero ¿Para qué? Si de igual forma esto es una tierra baldía, aquí no hay ley ni gentilicio, solo transformaciones perfectas en carroñeros.
El futuro ¡No quiero saberlo! Me basta con el ahora de calles repletas de gotas de sangre y lagrimas espesas, que bastante difícil ya es y que al tanto estoy de sus interminables batallas con demonios pasados.
Sonrisas, expresiones faciales ya extintas. Las almas ya ni la boca mueven sino es para devorar presas, además, algunas carecen de dientes y las que poseen estos, los exhiben negros por la mugre.
Fieras blancas y fieras negras, quizás luz y oscuridad, no lo sé, pero dentro de cada uno de nosotros se mantienen en constantes batallas hasta el día que el ángel negro hace la visita.
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