Esos ojos de tigre que me levantan.
Ese negro y amarillo que se funden uno con el otro como haciendo el amor.
Me asechan constantemente, para conocer mi próximo paso, pero yo no soy predecible.
Ojos de tigre certero, de esos que te atacan sin razón, para devorarme entera desde el odio hasta la punta de los dedos.
Inmensa planicie donde habitas, donde me matas sin razón y me abandonas.
Ojos peligrosos llenos de mariposas amarillas, que se quiebran ante mí y me compensan el alma de mujer sola.
Ojos de tigre macho, de fuego de la selva, de fruta agría de los campos, ojos de vaca mansita, de caña amarga y dulcita.
Tus ojos ya no son ojos, son dos puertas negras que se abren por siempre para mí.
Porque una mujer como yo se merece ojos de tigre asesino, ojos de agua dulce que me miren y me quiten la ropa en la calle, en la casa, para toda la vida.
Ojos que generen desastre, que sean parecidos al asesino al que siempre quiero volver.