Dedico cada palabra a ustedes, a quienes me leen, desde la tierra o desde el cielo... Porque uno de ellos pude haber sido yo...
Tu cuerpo fue impactado por una bala.
Lo sentí, lo viví contigo, caíste al suelo, sin rendirte.
Tratando de evitar la hemorragia, colocabas la bandera tricolor sobre la herida.
Se volvía vinotinto con el pasar del tiempo.
Pedías ayuda, a gritos, como quien no desea morir.
Tus pensamientos se fueron desapareciendo lentamente, cansados, sin ayuda.
Los lugares, donde fuiste feliz, se manchaban de desidia, mendigaban ayuda,
pedían en los semáforos junto a ti.
En ese momento no había clase magistral que te salvara, ni posgrado, ni reconocimiento.
En ese momento tenias tantas historias como la vida misma.
Poco a poco te fuiste convirtiendo en el origen del todo y la nada, entre la luna y las risas.
La hora cero, no tenía marcha atrás.
Había comenzado el odio.