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Según los últimos estudios estadísticos poblacionales, (National Comorbidity Survey-R, USA; 2005) la prevalencia en la población (es decir, el porcentaje de casos que se encuentran en la población general a lo largo de la vida) de los Trastornos de Ansiedad en conjunto es del 29 %.
La causa se desconoce, aunque los genes pueden jugar un papel. Otros miembros de la familia pueden tener el trastorno. Sin embargo, el trastorno de pánico a menudo ocurre cuando no hay ningún antecedente familiar.
El trastorno de pánico es dos veces más común en las mujeres que en los hombres. Los síntomas por lo general comienzan antes de los 25 años de edad, pero pueden ocurrir hacia los 35 años. El trastorno de pánico también se puede presentar en niños, pero no suele diagnosticarse hasta que son mayores.
Pero de repente sentí que no podía respirar, el aire que tomaba poco a poco por mi nariz no llegaba a mis pulmones (eso pensaba yo), el corazón empezó a acelerarse sin razón o motivo evidente, mi alrededor empezaba a tornarse peligroso y yo tenía que salir corriendo de ahí, estaba en peligro y mi cuerpo ya estaba preparado para huir. Mis manos y mis pies se tornaron sudorosos, mis orejas comenzaron a calentarse, sentía que esa era mi hora de morir y no había nada ni nadie podía ayudarme.
-“NO PUEDO RESPIRAR MAMÁ”- grité sin pensarlo dos veces, porque sentía que mis padres tenían que saber que algo me pasaba, sólo repetía en mi mente, que todo estaba bien, pero no era así NADA estaba bien, estaba muriendo, lento, dolorosa y desesperadamente.
Ese episodio duró aproximadamente 1 hora, ¿podría alguien imaginarse tal escenario para mí y para mis padres?, ¿podría alguien entender cómo llegaron los síntomas se fueron?, ¿estaba en mi mente esa situación o era producto de imaginación?
Pues no amigos, no me estaba volviendo loca, ni estaba muriendo, sufrí el primer ataque de pánico de mi vida, en ese momento pensé que había sido el último, pero no…
La mente humana es extremadamente poderosa, llena de acertijos y de tanto dominio que puede hacerte sentir que la realidad no es lo que parece y a veces la fantasía se hace partícipe de tu vida.
Vivo con ataques pánico, para mí no es una fantasía, es una extrema realidad, tengo que convivir con él, porque es parte de mí. Trato de no desesperar a quien está a mi lado, pero el saber que la persona con la que estoy conoce mi condición me genera confianza. Me medico cuando es necesario, respiro lentamente hasta calmar mi corazón, huelo “mi respirador” como llamo a una esencia de aroma terapia que me compró mi madre de eucalipto, trato de no pensar en eso… Pero está ahí, latente, asechándome, esperando su próxima oportunidad para atacar.
No soy la única, hay miles como yo, cada vez es más común escuchar que alguien tiene un amigo, un primo, un familiar que sufre de ataques de pánico… Por eso, no desesperen, eso pasa lentamente, traten de despejar la mente de quien lo sufre, háganlo reír, abrácenlo, denle su total apoyo demostrándole que “todo está bien”, que “nada está pasando” y verán como poco a poco va cesando.
Aproximadamente uno de cada diez individuos tiene, al menos, una crisis de pánico en algún momento de su vida.
Esta ha sido mi experiencia de vida, con tan sólo 23 años, padezco de esta condición, pero no me va a frenar, como muchos ya lo han hecho saldré de esta situación y trataré de ayudar a quien como yo se siente desprotegido y con poca información.
Lo ataques de pánico están ahí, existen, pero no son para siempre…