Diez abortos provocados y dos hijos que pagaban la desdicha de haber nacido de su vientre, esa era Martha una joven de apenas veintidós años que vivía la vida pagando con sus hijos los malos momentos que la vida le había otorgado.
Martha tuvo su primer hijo a los doce años la gente que la conocía la tacharon de promiscua sin antes saber que fue uno de sus tíos quien la embarazo. Ella nunca delato al mal nacido más fue su miedo por seguir hundiéndose en la miseria que el mismo abuso de él.
Le encasqueto la culpa a su único amigo de infancia, ella sabía que el hijo no era de él pero aun así fabrico la mentira para no delatar al verdadero culpable. Martha dio a luz a los ocho meses de embarazo, esta sufrió de muchas maneras en su parto por ser tan joven, aun así ambos sobrevivieron.
Ella no quería regresar al hogar del abusador pero no tenía otra alternativa, recién parida y con doce años muy difícilmente tendría otro hogar que no fuese la calle ya que su madre había muerto al tenerla y su padre nunca supo quién fue.
Al regresar a ese hogar de la desdicha los abusos continuaron, pasaron diez meses y Martha volvió a quedar embarazada pero esta vez el astuto pedófilo se dio cuenta he hizo que se practicara un aborto. Pasaron solo cuatro años y ella volvió a quedar embarazada, no hubo maneras de evitar que él bebe naciera ella supo de su estado cuando ya era demasiado tarde.
16 años, dos hijos, sola, sin estudios y sin dinero, una situación caótica para un alma que ya no le quedaba inocencia y fuerzas para seguir creyendo en el mundo. Martha como pudo logro salir de su calvario para unirse a otro en la calles. Ella con tan solo una pisca de amor por sus hijos tuvo misericordia y los saco de ese hogar donde les esperaba el mismo destino de ella.
Martha soporto diez años los abusos hasta que un día se cansó y decidió huir, se fue a un lugar donde nadie la conocía, dejo a sus hijos en una iglesia cristiana y empezó a creer que podía volar.
La suerte hizo de las suyas, ella consiguió un trabajo de mesera paulatinamente se educó y logro aprender a leer y a escribir, se olvidó de todo aquello que un día la hizo infeliz y desdichada. Se olvidó de los hijos que cargo en su vientre, de los abusos y de todo aquello que apaño su infancia.
Martha floreció como una rosa llena de espinas, era bella pero lastimaba al intentar tocarla, nunca más tuvo hijos, nunca confió en nadie pero su tranquilidad era su felicidad. Sus hijos estuvieron bien, la iglesia los adopto e hizo de ellos adultos responsables, decidieron pensar que su madre era una mala mujer que no los quería. Nunca supieron que lo que Martha soporto y jamás se enteraron del favor que ella les hizo a ellos.
En otras circunstancias Martha hubiese sido buena madre, una mujer cariñosa y brillante pero le quitaron las alas a un ángel que desconocía de las maldades del mundo.
Martha no merece un boleto al infierno, ella merece ser perdonada la culpa no fue de ella, fue de la mala suerte que invadió su desdichada infancia.