En el último piso, en el balcón ,allí me encontraba, inmóvil, absorta a todo lo que pasaba a mi alrededor. Observandolo mientras el brillo se reflejaba en mis ojos, el brillo de esas llamas que arrasaban con todo a su paso, extendiendo su manto con rapidez.
Yo solo veía, veía como se aproximaba hasta alcanzar así la plata baja. Siento la ola de calor, el humo invadiendo la habitación y aún estaba allí, sín moverme, a la espera del final. Sentía como subía piso a pisó con gran rapidez, como si de una visita trátase, hasta llegar a mi puerta con gran efusividad y pasar como si fuera su casa.
Empezó a cubrirme, a quemarme hasta ya no sentir dolor, ni calor; pero seguía allí sola, siendo absorbida por las llamas.