Estoy feliz de que seas capaz de vivir mejor en otra latitud, lejos de la desesperación y la incertidumbre.
Lejos de la miseria y la melancolía.
Estoy feliz de que puedas comer esas cosas ricas que aquí comías poco o no podías comer.
Que puedas comprar cualquier medicina y puedas curarte del más mínimo catarro sin problemas.
Estar hasta tarde en parques, divirtiéndote.
Que tengas acceso a educación gratuita y de calidad y muy especialmente, caminar en la calle más seguro...
Pero no puedo decir que no me siento triste.
Porque tengo la sensación de perder algo de dentro de mí, arrancado de raíz y sin anestesia, existiendo ahora lejos de mi ser.
Saber que ahora creces en otros parques, en otras calles, en otros cielos.
Que poco a poco dejas de llorar porque no entiendes por qué ya no nos ves.
Saber que la fe de volver a vernos se siente tenue como una fina redecilla de seda que puede romperse en cualquier momento.
Me duele que nuestro cielo parezca un cielo distinto al tuyo.