No puedo saber cuánto he corrido, creo que han pasado horas desde que mis humanos me sacaron a pasear, pero, no sé qué les pasó, no los encuentro y no sé dónde estoy.
Les cuento, mis humanos me llaman Capitán, me gusta ese nombre, creo que tiene prestancia y estilo. Llegaron a mi vida un hermoso día y fue amor a primera vista, Ella tan linda, con sus manos tan suaves acariciaba mi cabecita, se reía mucho y me encantó cuando toco mi nariz con la suya, ahí me dije: -¡la amaré toda la vida!- El por su parte que loco, un sueño hecho realidad, tal como a mí, le gustan las pelotas y las lanza para que yo corra tras ellas.
La vida con mis humanos ha sido la mejor, me llevan a casi todas partes, me alimentan con unas comidas que son la envidia de mis amigos de la cuadra, no dejan que esos desesperantes bichos que se meten por todo mi pelaje permanezcan mucho tiempo, pero lo mejor de lo mejor es que hace algún tiempo me consiguieron un palo que adoro más que a las pelotas, tiene un olor especial y lo puedo agarrar con mi hocico y no se me cae, así que puedo correr más duro.
Ahora bien, hace unos días salimos de paseo, lo raro es que me dieron una súper comida deliciosa, doble ración; por un momento pensé que haría la siesta más larga de mi vida, pero no; me llamaron para que subiera al auto. Un poco soñoliento lo hice, pero me sentí incómodo ya que el auto iba muy lleno con maletas y otras cosas.
El auto rodó más allá del parque en el que solíamos ir a jugar, lo sé porque me quede dormido y cuando me despertaron ya era como la hora de regresar a casa, aún me sentía lleno y satisfecho con aquella comida de la tarde, detuvieron el auto pero Ella se quedó en el asiento, no reía, aquella dulce sonrisa de la que estaba enamorado no estaba en su cara, quise animarla un poco y lamí sus mejillas, pero había un sabor salado que no me sabia a ella; por un momento, sus ojos se cruzaron con los míos y me abrazó muy fuerte, solo que al momento lo escuche a El llamarme con voz fuerte - ¡Capitán! ¡Capitán! ¡Toma corre! - y allí estaba en sus manos, el objeto de mi fascinación, sí, aquel palo que me hacía saltar y correr de alegría.
No lo pude resistir, vi como Él tomaba aquel palo y lo lanzaba con todas sus fuerzas para que yo corriera tras él. Pensé, correré y lo atajaré en aire para que Ella y El sean más felices que nunca, será un día inolvidable.
Corrí con todas mis fuerzas, mis patas parecían que tenían alas, iba cuesta abajo, y no podía quitar mis ojos de ese palo que parecía un rayo surcando el cielo gris…
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