Desde la irónica tranquilidad
contemplo el caos reinante en esta putrefacta sociedad;
anarquía de un sentimiento huérfano,
subyugado por la tranquilidad de la ira que mora en mí.
Mis ojos cansados contemplan el tiempo lineal, devorado por el festín degustado de mis años, sociedad que se rige por caretas que no muestran sus rostros, condenados al compás decadente de la monotonía de su marcha fúnebre, dirigidos como marionetas, cual borrego al matadero.
¿Cuándo dejamos de ver a las estrellas? Para hipnotizarnos en una pantalla, dejamos de sentir la lluvia y reír, ignoramos al radiante día,
solo por seguir mirando el suelo.
Catarsis de humanidad se hacen presente en mí, desprenderme de toda postura impuesta para así, distinguirte desde la multitud, solitaria esperanza que
acompaña esta frágil visión.