Se repite el martes, se repite el cumpleaños, se repiten los besos. Bajo diversas emociones ambos esperamos el encuentro planeado. Ya ha pasado justo una semana desde que nos besamos por primera vez y cada día que pasa siento que mis labios no funcionan si no están junto a los tuyos. Entonces mientras atravesamos de manera independiente la caótica ciudad, con ansias y expectativas van pasando horas que parecen eternas. Me adelanto y camino al centro comercial que viene desde hace rato acogiendo nuestra complicidad y veo caminando a mi dirección a una hermosa joven, relajada y con mirada distraída en su móvil. Llevaba Jeans azules sobre unas botitas de gamuza negra, portando una blusa blanca que le da ese toque único que tiene de elegancia inusual. Al mirar su bello rostro quedo impactado entendiendo que era mi chica en cuestión. Nos dirigimos al lugar planeado y entre besos y sonrisas disfrutamos nuestro tiempo. Lamentablemente me ha llegado la hora de volver y tu quedas con una amiga pero por casualidades de la vida permanecemos cerca y 3 horas después volvemos a encontrarnos en el centro comercial para disfrutar de al menos media hora juntos. La emoción que siento al verte es siempre la misma. La emoción que siento al verte es cada vez mayor. Salimos a tomar un café y al regreso es cuando ocurre lo inevitable, siempre llueve en mi cumpleaños y entre más risas y más besos bajo tu paraguas somos capturados por tu amiga y bajo la lluvia mantenemos una pequeña conversa tan amena como para permanecer allí. Hay algo en los besos bajo la lluvia que desatan un lado romántico en mí y al compartirlos contigo me hacen anhelarte más. Llega la hora de la despedida y ninguno se quiere ir, afuera llueve y paso contigo la espera más acogedora de mi vida. Sentí que fue el mejor momento de ese día.