La historia de la brujería es muy larga y muy enrevesada, pero aparte de las conocidas brujas de Salem o la bruja de Blair, de la que todos hemos oído hablar de la película, si un nombre ha llegado al día de hoy ese es, Alice Kyteler.
Alice Kyteler, la primera mujer en Irlanda en ser acusada de brujería, y de la que se decía, ser la bruja más poderosa de todo el país.
Lamentablemente, las leyendas, son eso leyendas, y todo no es como lo cuentan.
Nació en 1262, hija de un matrimonio de emigrantes normandos, su padre, era un comerciante que gozaba de una excelente posición social, por ello no iba a permitir que su hija se desposará con cualquiera, debía ser, un hombre con una fortuna equiparable a la suya. Y así fue cuando en 1280 logró desposarla con un caballero llamado William Outlaw , un rico comerciante y prestamista, que además era hermano menor de Roger Outlaw, canciller del rey de Irlanda, lo que lo convertía en el candidato ideal.
En aquellos tiempos, las jóvenes no tenían derecho a elegir, lo que hizo, que la joven Alice, debiera casarse con William Outlaw, quien por aquel entonces contaba con 38 años de edad, veinte más que la joven Alice.
William estaba profundamente enamorado de Alice, todo lo que ella pedía, lo tenía, por ello no es de extrañar cuando Alice pidió tener su propio negocio, que William mandara construir un edificio anexo a su casa, donde establecería una posada, que acabaría siendo la más frecuentada del lugar.
Según escritos de la época, Alice era una persona muy deseada por su dulzura y su eterna sonrisa, por ello no es de extrañar que las mujeres del pueblo empezarán a decir que la bella posadera, manipulaba a los hombres, para que estos se gastarán todo su dinero en la posada y le regalarán vestidos y joyas. Pero no contentas con esta acusación, lanzaron otra, que Lady Kyteler era una bruja.
En el pueblo se empezó a escuchar, que Lady Kyteler y sus admiradores practicaban orgías en su posada, en las que participaba Satanás, y en las que sacrificaban a niños recién nacidos. Sin embargo, por más acusaciones que lanzarán contra ella nunca prosperaban.
Al tiempo, Alice Kyteler, dio a luz a un hijo varón al que llamarían William en honor a su padre.
Sin embargo, en los comienzos del año 1300, aconteció un hecho que conmociono a la población entera: William Outlaw padre falleció en extrañas circunstancias, lo que provocó que, a partir de este hecho, los rumores se volvieran a disparar, aduciendo que William Outlaw había fallecido de un infarto a raíz de descubrir una colección de objetos de brujería, propiedad de Alice, oculta en el cuarto de su esposa.
Las mujeres solas en aquellos tiempos eran repudiadas por la sociedad, una mujer sola, no podía regentar un negocio, ni hacerse cargo de la economía familiar o hablar con otros hombres, porque si lo hacía, automáticamente, era acusada de un sinfín de barbaridades.
En el año 1300, William Outlaw hijo, ya había sido declarado adulto, y ya se encargaba de los negocios y del patrimonio familiar, sin embargo, Alice necesitaba un apoyo más.
Adam Le Blund, un adinerado prestamista contraería nupcias con Alice, en el año 1302, pero Adam tenía 2 hijas fruto de un matrimonio anterior. Sin embargo, desde el momento que conoció a Alice, sus hijas pasaron a un segundo plano, convirtiéndose Alice en su razón de existencia.
En 1302 William Outlaw hijo, pidió un préstamo a su padrastro de 3000 libras para poder financiar su campaña para ser alcalde, prometiendo que se lo devolvería una vez alcanzase el cargo. Pero cuando fue nombrado alcalde, se declaró insolvente, por lo que Adam Le Blund tenía dos opciones: la primera, exigir un pago inmediato, pero a Alice no le gustaría nada que su hijo, fuese considerado un vulgar ladrón, y la segunda, perdonar la deuda, cosa que Alice apreciaría muchísimo. Como podéis imaginar, esto hizo que esta última fuese la opción escogida.
A finales de 1307, las hijas de Le Blund, pidieron explicaciones al desentendimiento de su padre, pero no hallarían respuesta, pues apenas unas semanas asistieron a su funeral. La causa de la muerte se dijo que fue una descomunal borrachera, pero sus hijas aseguraban que su padre era una persona abstemia, completamente alejada de los malos vicios, aunque de lo que si hay constancia real es de su testamento en el que legaba todo lo que poseía a su amada esposa, Alice.
Por tanto, ahora Alice sumaba tres patrimonios, el suyo propio, el de su primer marido, y ahora, el de su segundo marido, Le Blund.
Ya no tenía que atender personalmente la posada, porque ahora era atendido por criadas. Además, el negocio era el más concurrido, lo que lo convertía en una gran fuente de ingresos.
Pero las hijas de Adam Le Blund no se quedaron quietas, pidiendo su parte, y acusando a Alice Kyteler de ser una sangrienta asesina. Y aunque efectivamente llegaron a poner la denuncia, a las pocas horas la retiraron... lo que impidió que acudiesen a los tribunales.
En 1309, Alice Kyteler encontró un nuevo pretendiente, Richard de Valle, un rico terrateniente, y nuevamente, no solo era Alice quien se lucraba con esta unión, sino también su hijo William, quien pidió préstamos a su padrastro, que no pensaba devolver.
Richard del Valle, tenía un hijo biológico, que también se llamaba Richard del Valle, y éste, al igual que ocurrió con las hijas de Le Blund estaba en completo desacuerdo con la relación de su padre con Alice.
Richard de Valle hijo, argumentaba que ella era una mentirosa y que había hechizado a su padre con encantamientos, pero estas acusaciones nunca se llevaron a los tribunales.
Por tercera vez, la historia se repetía, Alice Kyteler contraía matrimonio con un hombre mayor que ella y muy poderoso, apartaba a sus hijos biológicos, y posteriormente heredaba todo cuanto poseía su difunto marido. Pero en esta ocasión Richard del Valle hijo, no se lo pondría tan fácil.
En 1311, Richard del Valle falleció, según documentos oficiales, falleció a causa de una enfermedad desconocida, agravada por un empacho. Tanto la causa de esta muerte como la de su anterior marido, se convirtieron en motivos de desconfianza en la ciudad. Sin embargo, en esos tiempos, la gente moría fácilmente por cualquier infección, por lo que no le dieron mucha importancia, hasta que el testamento de Richard del Valle salió a la luz...y es que todo cuanto poseía, le fue legado a su esposa, lo que genero un grave conflicto con Richard del Valle hijo, que consiguió congelar toda la herencia, e inició un proceso legal contra ella, alegando que por el simple hecho de ser mujer estaba incapacitada para hacer frente al negocio familiar y a la suculenta herencia que su marido le había dejado, y que además, a él le tocaba la herencia legítima por ser hijo biológico. Sin embargo, una vez más y como por arte de magia, Alice Kyteler salió victoriosa, y no solo se convirtió en la única heredera, sino también en una de las personas más poderosas del condado, tal era su patrimonio que solamente podrían competir con ella en riqueza la iglesia, y el mismísimo rey.
Por cuarta vez, Alice se casó con un poderoso hombre de negocios, Sir John Le Poer, en 1320, quien siempre fue un asiduo cliente de su posada. John al igual que sus anteriores maridos, también tenía hijos de matrimonios anteriores, pero en este caso, tenía buena relación con ellos, y aunque estaba profundamente enamorado de Alice, no dejo atrás su función como padre.
Después de 3 años de matrimonio y a pesar de su mediana edad, Sir John Le Poer comenzó a encontrarse mal, se volvió lento y torpe como un anciano, su piel comenzó a amarillear, su cabello se tornó frágil y comenzó a caer, al igual que sus uñas y sus dientes. Estaba realmente enfermo, pero ningún doctor podía decir de que.
Fue en ese momento cuando el pasado de Alice volvió a ella. Los hijos de Sir John Le Poer, se pusieron en contacto con los hijos de los anteriores maridos de Alice, y todos, decían exactamente lo mismo, que Lady Kyteler era una bruja que hechizaba a los hombres, se casaba con ellos y posteriormente los mataba para heredar.
Así que todos juntos, junto con el testimonio del moribundo Sir John Le Poer la denunciaron ante la iglesia, pero la acusación de brujería por aquel entonces era bastante común y la ley inglesa la consideraba un delito leve.
De nuevo parecía que estas acusaciones se las iba a llevar el viento, hasta 1324 cuando Sir John Le Poer falleció a causa de una grave enfermedad desconocida e incurable.
Fue entonces cuando el obispo de Ossory, Richard de Ledrede, investigó el caso.
Richard de Ledrede, era un eclesiástico en contra de la reforma de la iglesia, ferviente seguidor del Papa Juan XXII. Ledrere intentó poner en práctica medidas inquisitorias contra Alice y sus ayudantes, presentando 7 cargos, tales como sacrificio de animales o invocación del diablo, así como que robaron las llaves de una iglesia y se reunieron allí pasada la medianoche, llevando a cabo un oscuro ritual en el que rellenaban la calavera de un ladrón, con gusanos, vello púbico, la ropa de niños que no habían sido bautizados, y órganos internos de aves de corral, para después emulsionarlo todo en una poción, que sería dada a personas inocentes, para que matasen y torturasen a buenos cristianos. También se dijo que Alice por la noche se convertía en un incubo, un demonio cuya única finalidad era la de satisfacer los deseos carnales, tras esta acusación se decía que Alice había hechizado a sus maridos, para matarlos y enriquecerse junto con su hijo, y la séptima acusación aseguraba que su último marido John Le Poer estaba siendo envenenado, y éste fue el único de los 7 puntos, que pudo ser demostrado, se redactó una descripción suya, en la que se leía " Sir John Le Poer, demacrado, con las uñas arrancadas y el vello corporal eliminado, probable envenenamiento por arsénico". Inicialmente confiando en la verdad eclesiástica, el Obispo Ledrede escribió al canciller del rey de Irlanda, pidiendo el arresto inmediato de Alice Kyteler, refugiándose para ello en la ley eclesiástica, del año 1297, la cual en casos como éste daba poder absoluto a los obispos, poder para encarcelar, juzgar y dictar sentencia contra los acusados.
Pero una vez más, parece que Alice iba a salir indemne, porque si hacemos memoria, recordaremos que el canciller del rey de Irlanda era Roger Outlaw, hermano de William Outlaw, primer marido de Alice. Roger decía conocer muy bien a Alice y verla incapaz de hacer algo así, así que rechazó la petición del Obispo, instándolo a abandonar el caso definitivamente, a lo que Ledrede se negó rotundamente, amenazándolo con excomulgarlo por proteger a una bruja, pero el canciller no se iba a doblegar ante esta amenaza, poniendo sobre la mesa una serie de condiciones legales, la primera es que si no existía una acusación pública, él no podía remitir una orden judicial contra Alice Kyteler, y la segunda es que no podía excomulgarle hasta 40 días después de la acusación, con esto el obispo Ledrede se vio como un gran vencedor: iba a arrestar, juzgar y quemar viva a una autentica bruja, ante los ojos de todo el condado y nada ni nadie se lo iba a impedir.
Así que convocó a Alice Kyteler para que compadeciera públicamente ante él, pero ella jamás se presentó, pues había desaparecido como por arte de magia...
Ledrede siguió paso por paso los procedimientos legales dictados por Roger Outlaw, y, 40 días después de acusarla de brujería, la excomulgó, a pesar de que ella no había estado presente. A continuación citó a William Outlaw hijo, y lo obligó a compadecer ante él, acusándolo no sólo de herejía, sino también de proteger a herejes, pero lo que no sabía es que William tenía amigos muy influyentes, y no sólo consiguió librarse de las acusaciones, sino también que el obispo Ledrede fuera arrestado, a partir de aquí el tira y afloja entre defensores y detractores de Alice Kyteler se convirtió en un auténtico circo.
El obispo Ledrede, mientras estaba en la cárcel, colocó su diócesis bajo un interdicto, que impedía que en el condado nadie podría bautizarse, casarse o ser enterrado hasta que él lo decidiese, en un contexto histórico en el que existía la creencia absoluta en el cielo y el infierno, fue muy grave. Además, el obispo Ledrede dio instrucciones para que le entregarán la ostia sagrada, lo cual implicaba que no sólo él estaba encarcelado, sino que con él también lo estaba Dios.
Todo el condado estalló en cólera contra Alice Kyteler y sus defensores, nadie quería casarse, tener hijos o morirse, porque ello implicaría ir directos al infierno, y todo por culpa de la malvada Alice Kyteler y sus secuaces.
Con el obispo Ledrede encarcelado, William Outlaw sacó a la palestra una acusación por la que nunca fue juzgado, sin embargo y a pesar de sus esfuerzos de nada sirvió acusarle una y otra vez. El obispo se negaba a comparecer ante un hombre que había sido excomulgado.
Así que quedo en libertad, exigiendo de nuevo la presencia de Alice Kyteler para poder juzgarla, pero fue entonces cuando llegó a los oídos que la terrible bruja se estaba escondiendo en unas tierras de Dublín, que le había dejado su difunto marido. Por ello decidió lavarse las manos y enviar en su lugar a un supervisor para comprobar que efectivamente, Alice, se estaba escondiendo allí.
Pero esta decisión no gustó en absoluto al Vicario del arzobispo de Dublín. Este hombre no entendía porque, por un lado, no se presentaba él mismo en Dublín, y porque, por otro, no levantaba el interdicto, si él ya era libre.
El obispo Ledrede, se encontraba entonces con un nuevo problema, claramente Alice Kyteler estaba siendo protegida por los personajes más influyentes de la época, pero Ledrede no se iba a rendir tan fácilmente, y siguió persiguiéndola durante años lanzando acusaciones contra ella. A pesar de las nuevas compañías de Alice, era inevitable que el caso se inclinase a favor de Ledrede. Alice sintiendo que la opinión pública se erigía contra ella huyó de Dublín y nunca más se supo de ella…
Muchos de los aliados de Alice Kyteler fueron encarcelados y examinados personalmente por el obispo siguiendo el proceso inquisitorial, es decir, sádicas torturas, las cuales les obligaron a confesar que participaron en oscuros rituales dirigidos por Lady Kyteler.
Y en cuanto a William Outlaw, fue acusado de herejía y de proteger a herejes, y tras ser torturado una y otra vez William confesó y se arrodilló ante el obispo, pero gracias a sus infinitas amistades, logró cambiar la condena a muerte por una penitencia, que consistía en acudir y escuchar misa todos los días, dar de comer a los pobres y en comprometerse a cubrir el techo de la catedral con plomo. El mismo día que William Outlaw fue liberado. Una fiel criada de Alice Kyteler fue quemada en la hoguera, nadie intentó rescatarla, ni siquiera su señora.
El obispo Ledrede no estaba contento con la penitencia de William Outlaw, así que alegó que no estaba cumpliendo con ella y lo encarceló de nuevo, lo sometió a múltiples torturas y lo obligó a arrodillarse ante él sobre barro. Humillado, William quedó de nuevo en libertad, obligado nuevamente a cumplir una terrible penitencia, tenía que subir a un barco e ir a tierra santa, para después volver y trabajar por cuatro años más cubriendo el techo de la catedral con plomo.
Lamentablemente, en el año 1332 mientras se celebraba una misa allí el techo de la catedral se derrumbó aplastando a todos los presentes...