A pesar de mi corta edad y mis pocos años en el ejercicio docente como profesor de Geografía he podido aprender muchas cosas de las cuales no te preparan en la Universidad, más allá de enseñar contenido geográfico a mis estudiante me he dado cuenta que mi participación es fundamental en su proceso de formación académica, que un profesor no es aquella persona que te enseña cosas que utilizaras al ir a la universidad, sino que también es aquella persona que te educa en conocimiento, valores y moral. Soy aquella persona que te guía por el bueno camino, tal como tu padre o tú madre lo podría hacer. Soy aquella persona que no corta los suelos de los jóvenes del futuro, sino que al contrario te da alas para que los puedas logar. Soy ese amigo fiel con el cual puedes contar a pesar que ya te hayas marcado del colegio, tengas trabajo, familia e hijos.
Es esa la verdadera labor de un profesor, apartando el conocimiento que este tiene, las estrategias las cuales utiliza para enseñar, los títulos que tengan y el dinero que gana todo se convierte en cosas sin valor con el solo hecho de escuchar a un estudiante decir; MUCHAS GRACIAS PROFESOR POR TODO LO QUE ME ENSEÑO. Y en ese camino de preparar cientos de estudiantes cada año en cada uno de ellos vive una pequeñísima parte de mí, en sus recuerdos, en sus anécdotas, en su sentir y en su vivir.
Otra cosa muy importante que he aprendido es que mi trabajo no solo está orientado a enseñar, sino que sin darse cuenta los estudiantes también pueden convertirse en profesores, profesores de la vida, de ellos he aprendido muchas cosas como por ejemplo:
A tenerles mucha paciencia en los momentos difíciles.
A mirar a un estudiante como un individuo del mismo nivel que yo, sin menos preciarlos.
Aprendí a ser un, consejero amigo, hermano y hasta en algunas ocasiones padre.
Aprendí a escuchar mejor, y ser parte de su vida.
Aprendí que un estudiante puede alegrarte en un día triste.
Y por último, aprendí que un estudiante siempre será tu amigo.
