Fuente
Me propongo abordar sucintamente un aspecto de la vida de Ezequiel Zamora Correa que, según veo, ha escapado al examen de los historiadores. Me refiero, puntualmente, a la adscripción de nuestro personaje al cuerpo de milicias de primera mitad del siglo XIX venezolano.
¿A cuál tipo de milicia perteneció Ezequiel? Es interrogante al cual intentaré responder de inmediato, con sentido de aproximación, de cara al persistente discurso oficial que pretende enjaretarle, sin más, en la milicia popular de la época mediante un interesado y tendencioso ejercicio de paralelismo con la milicia contemporánea actual.
Laureano Villanueva, escritor político, de apretada afinidad ideológica con el caudillo civil del Partido Liberal, Antonio Leocadio Guzmán García de Muxica, aunque no coetáneo de éste en rigor, asevera que Zamora Prestó servicios en las milicias para devolver la tranquilidad a Villa de Cura, cuando las facciones asoladoras en 44 y 45.[1] Sin embargo, acorde con el escrupuloso examen documental, y en honor a las verdades históricas, resulta insostenible su formulación en el sentido que paso a explicar.
Zamora fue pulpero local; vale decir, sujeto de la categoría inferior de comerciantes [dedicado] a vender al detal alimentos del país.[2] Por tanto, con base en su condición de propietario, obligado miembro del cuerpo de Milicia activa, en conformidad con lo estipulado en el dispositivo jurídico que regía sobre dicha materia, y el artículo 14 de la Constitución de 1830 que confería la calidad de Ciudadano, equivalente a la condición de Ciudadano activo prevista en la Constitución de 1819, Título III, Sección primera.
Resulta en consecuencia nula la noción según la cual se incorporase Zamora, por propia y meditada decisión, a las milicias para devolver la tranquilidad a Villa de Cura, como asegura Villanueva.
Debe ser dicho que no perteneció Zamora a una milicia ordinaria sino, en contrario, a una revestida de especial carácter.
Por disposición de la “Ley Orgánica de Milicia Nacional” del 14 de mayo de 1836 –sustituta de la puesta en vigencia el 2 de octubre de 1830–, compuso Zamora la “Milicia Activa”, llamada en 1838 “de propietarios”, formada por todos los vecinos de las cabeceras del cantón y de aquellas otras poblaciones que sean designadas por el Poder Ejecutivo como capaces de tenerla y que pueden costear su armamento, municiones y uniformes.
El segundo tipo de milicia se le conoció bajo la denominación de “Milicia de Reserva” que, en letra de la indicada ley, estuvo constituida por los vecinos de los mismos lugares que no puedan cumplir con este requisito económico y todos los de las demás parroquias en donde no se mande organizar la activa.[3]
Diego Bautista Urbaneja destaca claras diferencias cualitativas entre ambas. La primera –vinculada con lo socioeconómico-, separa a poseedores y no poseedores de bienes de fortuna; esto es, distingue entre hombres capaces e incapaces de costear su armamento, municiones y uniformes. La segunda toca contextos de acción, sin soslayar la variable socio-cultural:
(…) la milicia de reserva está destinada a tareas de mayor riesgo y movilidad que la milicia activa. La activa solamente da “la cara” cuando no hay tropa permanente o milicia de reserva, o cuando éstas no son suficientes. Esto remite a su vez –añade el citado historiador para precisar–, a una consideración: el miliciano de reserva podría ser, por su probable condición social y cultural, el tipo de venezolano más proclive a experimentar la atracción caudillesca, cuando un caudillo con grado militar fuera puesto al frente de esas milicias […] con lo cual el alistamiento en milicia de reserva era una forma de controlar a esos potenciales sediciosos y ponerlos más bien bajo la influencia de caudillos sostenedores del orden.[4]
Las consideraciones críticas formuladas en 1838 por el ciudadano Secretario de Guerra y Marina, Gral. Rafael Urdaneta Farías, sobre las limitaciones e imperfecciones operativas de la milicia nacional, arrojan precisión sobre quiénes constituían la Milicia activa: En la composición de la milicia activa –dice Urdaneta–, entran, además de los empleados, todos los ciudadanos pudientes, los comerciantes, los agricultores, todos los que componen la primera sociedad de sus respectivos cantones y los primeros contribuyentes del Tesoro Nacional.[5]
Los documentos testigo ilustran con suprema elocuencia la naturaleza elitista de la “Milicia activa” a la cual perteneció Zamora. No es cosa de poca monta: todos los que componen la primera sociedad de sus respectivos cantones y los primeros contribuyentes del Tesoro Nacional. Integrantes de las oligarquías cantonales. Ninguna duda caber puede.
Se trató de un cuerpo reproductor de fórmulas de control, dominación social y prestigio personal, reflejo de la República policial instaurada y trasunto de aquel cuerpo exclusivamente reservado a los herederos de la oligarquía colonial criolla.
REFERENCIAS
[1] VILLANUEVA, Laureano: VIDA DEL VALIENTE CIUDADANO GENERAL EZEQUIEL ZAMORA. Caracas, O.C.I., 1975. p. 12.
[2] LUCENA SALMORAL, Manuel: EL COMERCIO CARAQUEÑO A FINES DEL PERÍODO ESPAÑOL (MERCADOS, COMERCIANtES E INSTRUMENTOS DE CAMBIO). Caracas, Universidad Santa maría (U.S.M.), 1984. p. 42.
[3] Citado por BAUTISTA URDANETA, Diego: El gobierno de Carlos Soublette o la importancia de lo normal. Caracas, U.C.A.B., 2006. p. 205.
[4] Ob. Cit. pp. 204-205.
[5] Ídem. p. 206.