El jifero señor Casper


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Los testimonios gráficos concienzudamente examinados y aquí presentados, de seguro persuadirán al lector avisado que fue Casper uno de los no escasos aventureros arrojados a tierra venezolana en búsqueda de anchurosos y generosos horizontes, bien acomodados a su ambición de fortuna -aun a costa de impredecibles riegos y bajo condición de emigrado-, para escapar con premura de la inferioridad económica que le envolvía.


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Se firmaba, secamente, Juan Casper. Las más arcaicas huellas de este personaje, cuyo primer apellido presenta leves viradas en fuentes de primera mano (“Casper”, a ratos; “Cáspers”, en ocasiones; y, “Gáspers”, en otras), demuestran irrebatiblemente que nació en Koblenz, antigua provincia de Rino, Alemania. Localidad emplazada a ambos lados del Rin en su confluencia con el río Mosela. Hijo legítimo y de legítimo matrimonio de Henrique Cáspers y de María Giro,[1] quizá Girard, este apellido, castellanizado en la fuente.


Carezco de directo conocimiento, documentalmente hablando, sobre la fecha de su nacimiento. Sin embargo, hay quien asevera que nació en 1793.[2]

De ser exacto este dato, buena parte de su vida en el viejo continente estuvo cronológicamente enmarcada entre el desfallecimiento de la Francia revolucionaria, pasando por las guerras contrarrevolucionarias que estallaron en 1794 -cuando Koblenz cayó de nuevo en manos de los franceses-, y poco luego de la derrota del Imperio Napoleónico. En 1801, mediante El Tratado de Lunéville, quedó establecida la soberanía francesa sobre esta parte de la región renana, por tanto sobre Koblenz.[3]

Tuvo entonces Juan Casper por lugar de naturaleza Alemania. No así Francia, como asegura Laureano Villanueva,[4] y repite nuestro maestro de grata recordación Federico Brito Figueroa,[5] seguidos por autores de igual o menor nombradía. Tampoco Italia, como erróneamente registra una elaboración aragüeña de corte genealógico sobre El general Ezequiel Zamora y su familia.

De la presencia de Casper en Venezuela, habla con suprema elocuencia fuente de primera mano que ajena había permanecido al conocimiento de los exploradores del pasado, como suele el maestro Marc Bloch llamar a los historiadores. Trátase del expediente de Ynformación de soltería por él promovido en Caracas el 17 de marzo de 1828, para contraer matrimonio con la señora Carlota Samora, hermana de Ezequiel Zamora Correa:

Juan Casper natural de Alemania y residente en esta ciudad ante Vuestra Señoría parezco y digo: que necesitando hacer sucinta información de mi estado de soltero para contraer matrimonio con la señora Carlota Samora, hija legítima del difunto Alejandro Samora y de la señora Paula Correa vecina de esta ciudad, y siendo preciso cumplir como Católico, Apostólico y Romano con las obligaciones que nos impone la Santa Madre Iglesia y que siendo (ilegible dos palabras) sea celebrado con todas las formalidades necesarias. A Vuestra Señoría suplico se sirva administrarme la justificación de tres personas fidedignas que para el (e)fecto presentare por ser de justicia que pido en Caracas a 17 de marzo de 1828.=Juan Casper (Rúbrica).[6]

Los tres testigos de rigor presentados y examinados, con arreglo a las particulares del interrogatorio general de la curia eclesiástica para el referido fin, fueron los señores: Juan Chembor, paisano de Casper, venido a Caracas en compañía de su presentante. Sastre de oficio, de estado soltero y feligrés de la parroquia de El Sagrario de la Santa Iglesia Metropolitana; Herman Mayer, coterráneo del anterior, de religión católica apostólica romana, de veinte y ocho años de edad, dependiente, de estado soltero, habitante de la parroquia de San Pablo; y, Jorge Briese, natural de Königsberg, Prusia, de cincuenta y cinco años de edad, de oficio dependiente, estado soltero y religión católica, apostólica y romana.

El matrimonio fue efectuado en la Iglesia de la parroquia Nuestra Señora de Altagracia ocho días después. En dicha jurisdicción eclesiástica habitaba entonces doña Paula Correa Rodríguez en compañía de sus hijos. De ella fue feligrés la pretendida. El acta que lo corrobora, cuya reproducción textual exhibimos de seguidas, va de esta guisa:

En la ciudad Mariana de Caracas a veinte y cinco de Marzo de mil ochocientos veinte y ocho yo el infrascrito cura Rector de esta S.Y.P. de Nra. Sra. De Altagracia presencié el matrimonio que por palabras de presente contrajo en ella Juan Caspers natural de Coblens en Alemania, y vecino de esta ciudad en la feligresía de la Metropolitana, hijo legítimo de Henrique Caspers y de María Giro, con Carlota Zamora natural de esta ciudad y vecina de esta Parroqa. hija legítima de Alejandro Zamora difunto, y Paula Correa. El Sr. Provisor Dn. Jph. Suarez de Aguado les dispensó las tres canónicas moniciones, pero precedió información de la cristiandad, soltería y libertad del contrayente aprobada pr. el mismo Sr. Provisor en auto del diez y ocho del corriente con mandamiento para proceder al matrimonio, qe. en testimonio de me exhibió y queda en el archivo de mi cargo: se verificó todo lo demas que previene el Sto. Concilio de Trento, Sinodales de este Arzobispado y leyes civiles del caso sin haber resultado ningun impedimento de la exploración de voluntades. Fueron testigos Juan Hernandez y Rafaela Sosa, y como estaban cerradas las velaciones, no recibieron las bendiciones nupciales: de que certifico Dr. Jph. Felix Roscio=.[7]

Sometidas a examen las declaraciones de los relacionados testigos, me inclino a tomar por la de mayor confiabilidad y validez la deposición de Juan Chembor, por considerarla menos proclive a inexactitudes en virtud de haber llegado junto con su presentante a la ciudad de Caracas desde territorio insular caribeño. Depuso el supradicho Chembor que

(…) ha el tiempo de más de seis años que le conoce, tanto en el lugar de su naturaleza, cuanto en San Tomas de donde vinieron juntos a esta capital: que ha el espacio de seis años y medio que salió su presentante del lugar de su origen y que la última vez que le vio fue en San Tomas, y ahora en esta dicha ciudad y avecindado en la propia parroquia del Sagrario de la Santa Iglesia Metropolitana: que el sobredicho don Juan Casper no ha sido casado en tiempo alguno ni contraído esponsales con ninguna mujer, y por lo tanto lo tiene el deponente por persona soltera, tanto el tiempo que estuvo en su patria como en el resto de los lugares que deja referidos: que no tiene impedimento canónico ni civil para el matrimonio a que aspira.[8]

Debió arribar Casper a la isla danesa Saint Thomas, según descuelga del testimonio precedente, a mediados de 1821, e ingresar a Venezuela alrededor de 1822. Por tanto, Improbable resulta que llegase atraído por la lucha que libran las naciones hispanoamericanas contra la dominación colonial, como con mayor ejercicio de imaginación que de apoyo documental asevera Brito Figueroa.

Ningún testimonio hallado en el curso de esta investigación da pábulo a la idea de que, ora como general ora como soldado de baja graduación, influido por los principios de igualdad, libertad y fraternidad, haya participado Juan Casper en el hecho-proceso revolucionario francés ni en guerra europea ninguna, por si tal cosa fuere lo que el mencionado autor procurase sugerir en su Tiempo de Ezequiel Zamora (1981).

Los testimonios gráficos concienzudamente examinados y aquí presentados, de seguro persuadirán al lector avisado que fue Casper uno de los no escasos aventureros arrojados a tierra venezolana en búsqueda de anchurosos y generosos horizontes, bien acomodados a su ambición de fortuna -aun a costa de impredecibles riegos y bajo condición de emigrado-, para escapar con premura de la inferioridad económica que le envolvía.

Pero, las cosas no quedan hasta aquí. La declaración de Jorge Briese permite conocer con exactitud el oficio de Casper:

(…) que ha más de seis años que le conoce, no en el lugar de su origen, sino en Ámsterdam, inmediato a la donde nació, y que su ocupación era beneficiar ganado: que hace seis años poco más o menos que salió su presentante del lugar de su naturaleza para San Tomas, y después para esta ciudad, donde le ha tratado también dos años, residiendo en la parroquia de Catedral.[9]

Considerado el carácter preeminentemente manual de su oficio de jifero o matarife, suponer, desprovistos de evidencias concretas, que fuese Casper portador de un pensamiento elaborado, constituiría un escandaloso malabarismo subjetivo. Tanto más cuanta mayor la intención de presentárnoslo por uno de los personajes que a Ezequiel Zamora, en rigor, le enseñó de política.

Al patrón rígido y repetitivo de su rudimentario trabajo, envuelto en precarias condiciones propiciadoras de innovaciones, debió corresponder un pensamiento práctico e intuitivo.

De ahí que la tesis de Brito Figueroa sobre este personaje, en lo atinente a su papel de agente formador de Ezequiel Zamora en las ideas socialistas,[10] ha de ser acogida al menos con suma cautela. Sobre todo cuando, con prevalencia del criterio de autoridad intelectual, se intentase meternos en el escabroso terreno donde, no sin escasa habitualidad y corto provecho, se obliga a hablar copiosamente el capricho en lugar de las evidencias. En fin, que nadie está obligado, en el marco de la ciencia, a creer en aquello que no puede ser confirmado.

La declaración de Chembor provee sólido apoyo al razonable rechazo de Lovera de Sola respecto del papel introductor de ideas socialistas en Venezuela atribuido a Casper; y, en este mismo contexto, a su presunto influjo en la formación política de Zamora:

(…) es imposible que haya traído a nuestro país las ideas socialistas que le atribuyen sus descendientes, […] de hecho la palabra socialismo fue impresa en Francia por vez primera en 1832 y los movimientos socialistas no comenzaron a actuar hasta 1841, aunque en 1839 hubo quien llamó en Europa a los partidarios de estas ideas “socialistas”. Si Juan Casper conocía algo del socialismo, y sobre todo de la Revolución parisina de 1848, debió llegarle a través de la lectura de periódicos franceses.[11]

Ya al final, resúltame inevitable, en consecuencia, evocar una de las frases predilectas del maestro Brito que -sin renuncia a la adustez que le caracterizó-, habituaba subrayar en el aula. Me refiero a la misma por él vertida en el prólogo de la obra biográfica de Landaeta Rosales (1975) sobre Zamora, retocando, quizá con deleite, a los maestros franceses: La Historia se hace con documentos.

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Distrito Federal Caracas Nuestra Señora de Altagracia Matrimonios 1751-1937. Img. 804.

[2] Véase BOTELLO, Oldman: Genealogía del General Ezequiel Zamora (Apuntes para su estudio). Villa de Cura, Editorial Miranda, 1994, p. 34.

[3] Disponible en línea http://www.lahistoriaconmapas.com/historia/historia2/geografia-e-historia-de-coblenza-alemania/ Consultado 26 de julio 2017.

[4] Véase VILLANUEVA: Laureano: VIDA DEL VALIENTE CIUDADANO GENERAL EZEQUIEL ZAMORA. Caracas, Monte Ávila Editores, T. I., 1992. p. 24.

[5] BRITO FIGUEROA, Federico: Tiempo de Ezequiel Zamora. Caracas, Imprenta Universitaria de la U.C.V., 1981. p. 31.

[6]FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Distrito Federal Caracas Arquidiócesis de Caracas Expedientes y dispensas matrimoniales 1828-1930. Img. 54.

[7] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Distrito Federal Caracas Nuestra Señora de Altagracia Matrimonios 1751-1937. Img. 804.

[8]FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Distrito Federal Caracas Arquidiócesis de Caracas Expedientes y dispensas matrimoniales 1828-1930. Img. 56.

[9]FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Distrito Federal Caracas Arquidiócesis de Caracas Expedientes y dispensas matrimoniales 1828-1930. Img. 56. (Subrayado nuestro)

[10]BRITO FIGUEROA, Federico: Ob. Cit. p. 32.

[11] Disponible en línea http://www.analitica.com/opinion/opinion-nacional/un-zamora-chavista/ Consultado 23 de julio 2017.

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