Hace mucho tiempo en un pueblo medieval vivía Alejandro Terranova un joven apuesto, emprendedor pero muy pobre, todas las personas del pueblo se burlaban y reían de Alejandro porque vivía enamorado de la princesa Laila Zans, ya que por sus condiciones de vida era difícil que la princesa se fijar en él y nunca encontró la forma de decirle que sentía algo por ella.
Una noche de regreso a su casa, vio un destello de luz que descendía del cielo e iba directo hacia él, el joven al ver esto se queda paralizado e impresionado por aquella gran luz que se acercaba, a escasos metros la luz impacta sobre el suelo y ve salir de ella tres grandes perros con una intensa radiación de energía, el muchacho tembloroso y con ganas de correr oye la voz de unos de los perros que le dice:
_ No tengas miedo, somos Onza, Tigre y León. ¡Tus guías celestiales! Hemos visto bondad en tu corazón y bajamos para cuidar de ti y a este pueblo de una feroz bestia que está por llegar.
Alejando al ver y oír todo aquello cae desmayado en el medio de los tres perros, el día siguiente al despertar, no ve la compañía de los perros y dijo:
_ Qué bueno, solo fue un sueño. ¡Gran susto me lleve!
Cuando Alejandro va saliendo de su casa en busca de trabajo se topa con los tres grandes perros, aquellos cuidaban la casa mientras Alejandro descansaba, el joven se detuvo y vio que todo era real, se tranquilizó y acepto la compañía de los perros que habían llegado con el fin de cuidarlo. Las personas del pueblo lo miraban extraño por poseer tres grandes y hermosos perros. Caminando por las calles y exhibiendo sus caninos observa un aviso que dice:
_ La princesa Laila Zans fue secuestrada por una bestia de tres cabezas, aquel que la llegase a rescatar tendrá su mano y un gran banquete de recompensa. Atentamente El Rey.
Alejandro al ver esto se preocupó mucho y dijo en voz alta:
_ Onza, Tigre y León es nuestro turno, debemos salvar a la princesa a como dé lugar, es la mujer por la cual llevo años enamorado.
Al transcurrir dos días de larga e intensa búsqueda los perros por fin consiguen rastros de la bestia y van hacia ella, los perros se alertan porque en la oscuridad de un desierto ven movimientos extraños donde observan sigilosamente a la bestia de tres cabezas asechando a la princesa para comérsela. Alejandro al ver el sufrimiento de la princesa, les dice a los perros:
_ Onza, Tigre, León, vayan contra la bestia, mátenla, cumplan con su devoción y traigan hacia mí a la hermosa princesa.
Los perros al oír la petición de Alejando se llenaron de energía luminosa y fueron contra la bestia, estos se enfrentaron y tuvieron una larga lucha con el monstruo de tres cabezas, cada perro se enfocó en una cabeza de la bestia y tras fuertes garrazos, mordidas y poderes celestiales derrotaron al monstruo de tres cabezas. Alejandro viendo la derrota de la bestia le da un fuerte abrazo de alegría a la princesa y le dice:
_ Tranquila, no te preocupes, estas a salvo nosotros te llevaremos hasta el castillo pero antes debo hacer una cosa más con la bestia.
Alejando se acercó a la bestia y a cada una de las cabezas les corto la lengua, las envolvió en su pañuelo y las llevo consigo.
Cuando regresan al castillo observan que hay una gran celebración, pero no dejan que Alejandro con sus perros ingresen al castillo, la princesa al ver a su padre sale corriendo para abrazarlo, Alejandro a lo lejos le pregunta a unos de los guardias:
_ ¿Por qué están festejando?
El guardia le contesta:
_ Porque el príncipe encontró a la bestia y la mato. Mira allá en la mesa real están las cabezas de la bestia y por eso es la celebración que estas observando.
Alejando enfadado le contesta:
_ Eso es falso, yo fui quien mato a la bestia.
El guardia riéndose de él le dice:
_ ¿Muchacho estás loco? ¿Tú sin armaduras y crees que te creeré que mataste a la bestia? Vete de aquí, además estas obstruyendo el camino real, lárgate con tus perros.
Alejandro viendo que el supuesto héroe se llevaba un bocado de comida les dice a sus perros:
_ Onza, Tigre y León vayan a donde esta aquel sujeto y quítenle esa comida porque es a ustedes a quienes les pertenecen, no a ese impostor.
Los tres perros salen corriendo y se montan en la mesa real y empiezan a comer todo lo que encontraron, las personas que festejaban, al ver a los perros empezaron a gritar para echar a los perros, el rey cuando se dio cuenta del desastre que estaba ocurriendo grito:
_ ¿De quien son esos perros pulgosos? Están arruinando mi festín.
Alejando a lo lejos le contesta:
_ Son míos mi señor, y ese banquete les pertenece a ellos, más no aquel impostor que dice haber matado a la bestia de tres cabezas.
El rey le contesta:
_ ¿Cómo vas a decir eso muchacho? Allí están las tres cabezas de la bestia, es una prueba suficiente para saber que él fue quien mato a la bestia. Agarra tus perros y lárgate, no eres digno de permanecer aquí.
Dice Alejandro:
_ Mi señor eso es falso yo fui quien mato a la bestia con ayuda de mis perros. Ábrele la boca a cada una de las cabezas y vera que no encontrara su lengua porque yo se las corte para tener pruebas de ello.
Todos en el banquete se callaron al oír lo que había dicho Alejandro, el Rey muy pálido y sudoroso se acerca a las tres cabezas y al abrirles las bocas se da cuenta que era cierto lo que había dicho el muchacho. El Rey apenado llama al joven y le dice:
_ Venir acá hijo mío, realmente eres fuiste tú quien mato a la bestia, acepta mis disculpas, come y deja comer a tus perros todo lo que quieran es suyo y además eres digno de tener la mano de mi hija si es lo que quieres.
La princesa el ver la expresión de su padre, se acercó dónde estaba Alejandro y le dio un beso de agradecimiento y le hizo saber que él también le gustaba mucho y le pidió a Alejandro que se quedara con ella para que formara parte de la familia real. El impostor no encontraba que hacer y se opuso a todo lo dicho, los guardias al estar conscientes de todo, capturaron al príncipe impostor y lo encarcelaron para que pagara por sus mentiras.
Todos en el festín celebraban de la emoción, compartieron un buen momento junto Alejandro y sus perros mientras él le contaba la gran hazaña que había hecho.
Alejandro con el tiempo formo parte de la familia real, se convirtió en el nuevo príncipe y los perros celestiales Onza, Tigre y León fueron adorados por todos y eran los guardianes de la familia real tras largas generaciones.
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