Esta es la leyenda de un joven que descubrió que algo extraño estaba pasando entre su padre y su esposa. Al pasar los días el joven sigue indagando y descubre que el padre le pegaba a su esposa. Cuando el muchacho observa esta horrenda agresión contra su madre este le pega un fuerte grito a su padre diciendo: “basta padre.¿ por qué lo haces?”
El padre contesta:
“Lo hice porque es una ramera y se va con cualquiera”, fue la explicación que el padre le dio a su hijo.
Donde el joven estalló en furia, y se enfrascó en una pelea a muerte con su padre.
De los dos, el padre llevó la peor parte. El joven le asestó un fuerte golpe en la cabeza con una herramienta, que lo tumbó en el suelo, donde el hijo se le lanzó y lo ahorcó.
El abuelo del joven, que escuchó la pelea, fue en busca de la víctima, a todos los efectos, su hijo. El abuelo juró castigar al joven, su propia familia, por el horrendo crimen que había cometido contra su propia carne y sangre.
Poco tardó en encontrarlo. Entonces lo amarró y le propinó una fuerte reprensión de latigazos con un “mandador de pescuezo”, muy típico del llano venezolano.
“Eso no se le hace a su padre, maldito eres, pa´ toda la vida”, le decía el abuelo al joven.
Para completar la sanción, le frotó ají picante en las heridas y echó al perro de nombre Turéco para que lo persiguiera.
El joven huyó ensangrentado y con lágrimas de cocodrilo decía: “me las vas a pagar viejo desgraciado”. Al cabo de unos minutos el joven se iba transformando en un ser horripilante, se le alargaron los brazos, ojos saltones, dientes en forma de cuchillas y media más de dos metro de alto el perro Turéco al ver esta transformación le empieza a ladrar y la horripilante bestia le da una fuerte bofetada y aquel perro sale corriendo a su casa quejándose del dolor y el espectro se escabulle entre la maleza ya convertido en “el silbón”.
El espanto apareció meses después entre el pastizal en busca de su abuelo para vengar la maldición que su abuelo le había echado, el abuelo de aquel joven empieza a escuchar un silbido espantoso entre la maleza a tarde horas de la noche.
“ya sé que eres tu animal, no te tengo miedo sal de donde estés, recuerda que estas maldito pa´ toda la vida” dice el abuelo.
Aquel silbido espantoso se escuchaba a lo lejos, donde todo estaba en silencio y solo se escuchaba el cantar de los grillos, cuando el abuelo baja la guardia el espectro maldito se abalanza sobre él dándole puñetazos para matarlo y el abuelo con la cara bañada en le dice: “conozco tu debilidad espanto maldito”. El abuelo al decirle esto empieza a rezar un “Padre Nuestro”. El alma en pena cuando escucho esta oración empezó a pegar berrinches horrendos, como si estuviesen matando a una bestia, para la segunda ronda de oraciones el alma en pena se desvaneció y entre la maleza del llano se escuchaban sus lamentos.
Se dice que aquella alma en pena vaga por las llanuras de Venezuela y emite un silbido igual al de las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, y dicen quienes supuestamente lo han visto que usa un sombrero de pelo de guama muy grande, con vestimenta holgada y un gran saco lleno de huesos donde supuestamente son los de su padre. Cuentan los lugareños que han escuchado el horripilante silbido, que tan solo de escuchar el horripilante sonido se le ponen los pelos de punta y piel de gallina, también se dice que cuando el sonido del silbido se escucha cerca es porque el alma en pena se encuentra en lo lejos de la maleza, pero cuando el silbido se escucha lejos es porque el espectro anda cerca de la zona que habitas y se deben tomar sus respectivas precauciones para no toparse con esta alma en pena.
El silbón va en busca de todos aquellos hombres mujeriegos que les gustan pegarles a las mujeres.