Sin nada que hacer más que soportar el dolor de glúteos que le producía estar sentado por horas; se recostó sobre la mesa en la cual solía trabajar y en unos cuantos minutos se quedó dormido. Dominic Díaz no tenia idea de que esa noche iba a ser diferente a todas las anteriores en su trayectoria como guardia de seguridad del museo de Historia natural de Nueva York.
---¡Dom auxilio!...¡por favor ayudame!... ¡aarrgh!..---
Esta vez el desconcertado guardia pudo divisar el origen del sonido, tomó el radio transmisor de su cintura y lo llevo cerca de su boca para responder.
---¿¡Tony!?¿¡que sucede amigo?!... ¡me has dado un susto tremendo!--- este no recibió respuesta alguna.
--- ¡Tony!.. responde por favor ¿qué sucede?--- volvió a decir el nervioso guardia, mientras creía que su corazón iba a salir de su pecho y sentía como una gota de sudor empezaba a descender desde su frente. Pero lo que escuchó a continuación terminó por helar su sangre provocando la verdadera sensación de miedo en su cuerpo. Una voz lúgubre, áspera y fantasmal se escuchó por el comunicador:
---Tony... ¡no!... El ya no existe...---
Dominic no recordaba haber estado tan nervioso en su vida --- "quizás me esta jugando una broma"--- pensó.
Sin darle mucha vuelta al asunto y a pesar del terror que estaba sintiendo, el guardia de seguridad se armó de valor además de su pistola y se dispuso a bajar las frías escaleras que conectaban el cuadrante de seguridad con el salón principal del museo, con la esperanza de que todo aquello solo fuese una broma de mal gusto por parte de su compañero.
Si los nervios y el miedo que el pobre guardia estaba sintiendo en ese momento lo hubieran dejado aclarar sus pensamientos y observar detalladamente su alrededor, se fuera dado cuenta de la imagen terrorífica que reflejaba el monitor numero doce; un festival de sangre adornaba el piso y las paredes de la galería egipcia, la mayoría de las piezas en exhibición estaban destruidas y una solitaria linterna yacía en el suelo apuntando su tenue luz en dirección hacia una esquina del salón, en donde una sombra humanoide pero deforme orientaba sus ojos demoníacos de color rojo hacia la cámara de seguridad, como si esta pudiese observar al descuidado guardia mientras se encontraba en la oficina de monitoreo.
Este fatal error tendría consecuencias irreversibles para la vida de Dominic Díaz, quien inocente de todo, asustado y con un nudo en la garganta, se dirigía inminentemente hacia la peor experiencia de su vida y posiblemente... La última.
Continuará...
La primera imagen es una composición de dos imágenes cuyas fuente de a continuación:12
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