A veces uno solo necesita un abrazo, una caricia, una mirada, solo existir en un momento pausado infinitamente mientras el resto del mundo continúa su curso; todo, con una sola persona, alguien que amas y se lo haces saber, alguien que te ama y te lo hace saber.
A veces solo queremos un beso libre de pasión, pero lleno de sentimiento, que diga todo lo que las palabras aún no logran expresar; una sonrisa con los ojos llenos de lágrimas que se derraman solo cuando la punta de los dedos de ambos se tocan y, todo obtiene el valor que no se sabía que existía.
A veces solo se necesita escuchar la pausada respiración de un ser al que le basta estar en silencio por tiempo indefinido, teniendo conversaciones entre sentimientos, donde las almas hablan y nosotros no entendemos, donde los suspiros crean universos a los que las risas y las lágrimas otorgan vida.
A veces la soledad pesa demasiado y necesita ser compartida, a veces los sonidos son solo ruido sin sentido y necesitamos a alguien que cubra nuestros oídos con sus manos, que con gestos nos diga que todo va a estar bien, para después reír y aceptar que no sabe si eso es cierto, pero que es verdad que va a estar ahí junto a ti para sobrevivir a todo lo que sucede.
A veces no se necesita a alguien que te haga reír cuando lloras, si no que llore junto a ti sin importar qué, o que te enseñe a reír, a llorar, a vivir, poco a poco. Alguien que se convierta en ti, que te convierta en él o ella y, que juntos siendo el otro y ninguno a la vez, no se necesite nada más, aunque ese momento solo dure un parpadeo.