Un adiós que nunca quise decir... | Carta de despedida


Imagen obtenida de Pixabay (Libre uso)

Juraría que jamás encontraré una mirada como la tuya en otra parte...

No sé por dónde empezar pues en este momento tengo muchas emociones chocando unas contra otras en mi psiquis; no sé si pedirte perdón, no sé si me dirías un «gracias» por lo que hice, no sé si querías luchar y como casi era imposible para ti comunicarte conmigo –o con cualquier persona– no pudiste decírmelo y solo me rendí como un cobarde, no sé si te hice un bien, pero en fin... lo hice.

En primer lugar quiero decirte que te extraño –aún cuando en momentos te odiaba por tus hábitos extraños– más de lo que podría admitirlo en estas líneas, extraño tus miradas tiernas llenas de esperanza cuando veías que te llevaba comida o cuando notabas que verdaderamente te amaban y velaban por ti. Si pequeño amigo, te amaban –y aún lo hacen con todo el corazón– aún con el poco tiempo que duraste en nuestras vidas.

Pasaste por cosas que ningún ser vivo debería pasar jamás y lo único que puedo agradecer de ese lamentable hecho es que gracias a ese camino de penumbras fue que llegaste a mi; de antemano te pido perdón porque este mundo no te merecía, tu nobleza superaba todas las cosas que sucedían a tu alrededor y eso para mi siempre fue algo más que digno de admirar, fue algo más que increíble. Te rescatamos de esa vida injusta que tuviste y creo que el afortunado no fuiste tú por tener una familia como yo, de hecho, el afortunado fui yo totalmente al ser destinado a tu presencia, compañía y afecto incondicional como solo un pequeño amigo como tú podría brindar.

Te volvería a elegir –con todo y tus condiciones– si pudiera, pero te has ido para alegrar la vida de alguien más en ese otro plano que aún no conocemos y que muchas veces lo catalogan como «cielo», yo solo dejaría a un lado mi agnosticismo para creer que «Dios» te recibió y te está consintiendo como siempre lo tuviste merecido desde ese primer aullido que escuché salir de tu pequeño hocico.

Estuviste hasta el final luchando codo a codo conmigo ante cualquier adversidad (llámese tiempo, sociedad, malicia, frialdad de la humanidad y demás) y nunca te dejaste llevar por las malas emociones que posiblemente podían surgir en tu cabecita por el hecho del problema que padeciste. El no caminar bien y tener una buena actitud ante la vida era más que un acto de valentía, tú te ganaste más que mi respeto, eras un ejemplo de vida para cualquier ser viviente, tú querías vivir y seguir luchando contra todo y te abandoné pequeño amigo, te dejé luchando solo y por eso quiero que sepas que jamás podré sentirme a gusto por lo que hice, así tú me sigas amando desde donde estés, así tú me dijeras que está bien, no, no lo merecías.

Tú merecías más que eso, tú merecías más amor, tú merecías más paciencia, tú merecías una vida y yo te arrebaté todo en un momento de desesperación, de intriga y ansiedad por no saber qué nos deparaba el futuro, fue una idea demasiado aterradora el perderte por abandonarte (me lo indujeron), nunca se me pasó por la cabeza como una opción factible y la única opción que tuve nunca la quise hacer...

Quiero agradecerte por todo lo que me enseñaste en estos 4 meses que pude disfrutarte, me enseñaste que la vida puede ser otra solo si demostramos una buena actitud ante cualquier circunstancia por muy mala que sea, me enseñaste que no importa qué tan fuerte pegue la vida, tenemos que levantarnos con el triple de fuerza, me enseñaste a amar aunque la situación fuera complicada, a tener paciencia ante lo enormemente improbable, me enseñaste que el amor no tiene formas, que los defectos pueden ser hermosos si la vida nos persigue con sus injusticias y nosotros las eclipsamos con nuestra resiliencia.

En fin, me enseñaste a vivir...

Esta carta no es para olvidarte, pues ya te llevo tallado en lo más profundo de mi alma, esta carta es para decirte lo que nunca pude y nunca me atreví, esta carta es para que siempre sepas que te llevaré en mí sin importar el tiempo, lugar o momento, siempre estarás en mi memoria, en mi corazón, fuiste, eres y serás eterno.

Gracias por todo Pepito, este es el adiós que nunca quise decir, pero me tocó. Espero que donde estés nunca olvides que en 4 meses cambiaste muchas vidas y una de esas te escribe estas líneas, descansa en felicidad y paz perenne, te amo.

30706636_10216053251182243_2335429973763948544_n.jpg

30707236_10216053206421124_8071545946476904448_n.jpg

Carta dedicada a «Pepito», mi gran amigo del alma el cuál por circunstancias ajenas a mi voluntad –y a la de él– tuve que dormirlo... espero que me perdone y que me ame, esté donde esté...

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center