En la antigüedad, una humanidad descubrió la Verdad. Pero, asustada, decidió enterrarla.
Y así pasaron cien años.
Una segunda civilización, al conquistar aquel mundo, acertó a desenterrarla y, después de limpiarla, la utilizó como moneda de cambio. Pero, a fuerza de pasar de mano en mano, la Verdad quedó deformada, convirtiéndose en un error. Aquella humanidad, de pronto, se vio sumida en una extrema pobreza, sucumbida.
Y así pasaron mil años.
Ocurrió que un tercer pueblo nació y creció en aquel planeta azul. Y la Verdad fue descubierta una vez más. Los hombres, sorprendidos por el hallazgo, comenzaron a disentir sobre la naturaleza del mismo. En ese momento, la Verdad se transformó en Dogma.
Desde entonces, muchos habitantes de ese mundo han dejado de creer en la Verdad. Pero la esperanza no ha muerto, y en el horizonte de dicho planeta apunta ya una cuarta humanidad.