Estimados amigos:
Comparto un texto que me han regalado. No lo he escrito yo, aunque es cierto que la reflexión surgió en una conversación sobre un sueño que, por cierto, tampoco soñé yo.
Dice que es mío porque me lo da, pero no ha sido escrito por mí.
Espero que os guste.
Anoche soñé. Soñé con un famoso experto en plantas que daba una conferencia. Pero algo fallaba, no cuadraba: el experto mencionaba datos simples, superficiales, casi se diría que absurdos, como si no dominase el tema de la exposición, y yo sentía como la decepción me invadía... Entonces me desperté, y caí en la cuenta de algo fundamental: el veterano conferenciante no era más que una imagen creada por mí para mi sueño, y por lo tanto su pretendida sabiduría no podía ir más allá de mis propios conocimientos en la materia, que salían por su boca como una torpe mezcla de conceptos.
Es decir, aquello que soñamos está limitado por nuestra propia concepción del mundo, o sea, nuestra percepción y nuestros recuerdos. Pero, ¿y si lo que percibimos como mundo fuera, a su vez, una ilusión, creada por nuestras mentes en este espacio tridimensional?
La conclusión es lógica: tendemos a limitarnos a nosotros mismos. Todas esas ideas preconcebidas, tabúes, dogmas, prejuicios, convencionalismos sociales, conductas aprendidas, y un largo etcétera de imprimaciones que habitan en nuestro cerebro nos impiden imaginar (y por lo tanto crear) una realidad mejor para nuestro ser. Habría, pues, que liberarse de estas cadenas invisibles que nos atenazan, elevarse sobre ellas, para tomar el control de nuestro propio destino, para ser los auténticos arquitectos de nuestras vidas...
... o, si no, mientras tanto, siempre podremos seguir soñando...
La decisión está en Ti.