Esa mujer que camina delicada y firme, como si cada paso fuese parte de una danza.
Esa mujer de cuerpo surreal, que con su voz cualquier engaño parece verdad, que en sus labios cualquier palabra parece la indicada.
Ella es el tipo de mujer por el que cualquiera cometería un crimen.
Y que llegó a mi vida como si de una misión se tratara.
Yo sólo recuerdo el día en que recibí una solicitud de un correo que no conocía, en la antigua red social, la que nadie recuerda y la que yo usaba todos los días. Y esta linda nueva cara apareció en mis contactos y hablamos de inmediato.
No sé qué clase de fuerza nos atrajo, pero desde el primer día había algo más que nunca sabré explicar con palabras.
Sabrina, ya nunca se me olvidaría ese nombre.
"¿Te gustan las chicas?" preguntó un día. Pero ¿cómo iba a responderlo sin saberlo? ¿y cómo iba yo a saberlo si nunca había estado con una?
"No lo sé" fue mi respuesta y lo que le abrió las puertas a ella para meterse en mi cabeza.
Hablábamos todos los días. Siempre me hacía reír, siempre me decía halagos que al final del día no terminaba creyendo. Pero es que ya sabes cómo es esto, que no sé si es la pena del momento o la mala imagen que tenía de mí, nunca le creía. Mientras que ella, dios, ella era tan hermosa. Su piel se veía tan suave, sus ojos tan vivos y su cabello tan brillante. Me imaginaba haciéndola sonreír, acercándome a esa nariz tan linda.
Pero, ¿por qué me hacía sentir tantas cosas alguien de quien no sabía casi nada?
¿Eran sus palabras o su actitud? ¿eran las madrugadas que me hacían más vulnerable a sus encantos?
"Pues, tú me gustas" declaró un día. Puedo recordar que grité y brinqué del asiento. Pero todo estaba contrarrestado por un sentimiento de incertidumbre. Todo esto era nuevo para mí.
Nunca supe qué responderle, pero ella lo sabía. Siempre lo supo. Me enamoró. Sabrina, y ya nunca la iba a sacar de mi piel.
Nos apoyamos en momentos horribles y ella me veía crecer y cometer todos los errores sólo para ayudarme. Me tuvo paciencia cuando yo no podía soportarme. Probablemente nunca supo lo mucho que me sonroje con sus fotos.
Era una chica bastante pícara y con una madre difícil y apañada a la antigua.
Su libertad estaba siendo reprimida, en su casa era una pequeña ave enjaulada y con las alitas rota. Y me encantaba lo terca que era esa pequeña ave.
Tal vez fue la primera vez que desapareció cuando me obsesioné.
Y sigo esperando por ella. A veces, alguien se le parece, pero nunca es suficientemente buena.
A veces, veo chicas y me pregunto cómo sería amarlas. Pero me aburre.
Otras veces imagino escenas en mi mente, de nosotras, de cosas que no pasarán. Me pregunto en qué habría terminado todo si yo me hubiese arriesgado a buscarla.
Quedé enganchada a un fantasma de una pantalla que nunca se materializó para tocarme, o besarme. Para confirmarme lo que siempre supimos. Y podría irse y volver mil veces y sé que yo seguiría aquí.
Sabrina.
Ella es ese tipo de mujer que podría hacer sentir a cualquiera dichoso por ser un juguete.
Es el tipo de mujer por el que podrías morir esperando y nunca cansarte.
Ella es ese precipicio por el que saltaría cien veces con los ojos vendados.
Es una musa y la perdición.