Detesto cuando mi madre pone esa mirada.
— ¿Quieres que te diga la verdad? — Más que una expresión de tristeza, era de decepción e indiferencia la que se dibujaba en el rostro de la anciana mujer.
—No quieres tomar un poco de agua que nos trajo… Jua… Jero… ¡JosĂ©!, ÂżJosĂ© es su nombre cierto? Por quĂ© a ti no te gusta el agua asĂ. ÂżQuieres mejor un poco de tĂ© herbal? Puedo decirle que lo traiga
“Esa mirada, mamá. Por favor no me mires asĂ”.
—Aquà está el té de hierbas que tanto le gusta Dra. Beltrán.
—Ud. siempre tan pendiente a los detalles RodrĂguez. Sabe, ahora me estoy empezando a dar cuenta porque mi esposo lo estimaba tanto —Judith se retorciĂł en su la silla.
—Por favor mamá, no empieces a hablar de papá
—Ahora sĂ estás bien despierta, Âżno muchacha? Creo que es mejor dejar esta conversaciĂłn para despuĂ©s. Si necesitas algo RodrĂguez te puede ir indicando cĂłmo son las cosas por aquĂ. —La mirada de Judith mostraba su enojo.
Cuándo terminará este dĂa, no creo que vaya a mejorar con este zoquete poniendo cara de perro faldero buscando su juguete.
— ¿Realmente puedo llamarla Judith a secas?
—Creo que aunque parece muy atento, no es muy despierto RodrĂguez. — Le dijo con voz cortante.
—Puedo no ser muy despierto Judith, pero creo que ahora tengo un inmenso poder en esta compañĂa, más te vale tratarme con un poco más de respeto cosita hermosa.
— ÂżDisculpe? —Sus oĂdos no podĂan contener aquellas palabras.
José se le acercó de manera segura y confiada casi como si la estuviera acechando. Estiró su mano y agarró para él el cómodo sillón que estaba ocupando Judith.
—Por favor, retĂrate de mi puesto ahora yo soy el que da las Ăłrdenes.
— ¿Qué clase de broma es esta, es acaso algún teatro que ha montado con mi madre?
—La Dra. Bernal no soportarĂa saber lo que tengo para contarle. Ciertamente, hay muchas cosas que no sabĂa de su marido. —Judith se levantĂł con los ojos clavados en el rostro de JosĂ© intentando descifrar que era lo que querĂa decir.
— ¿Qué diablos está sucediendo?
—Oh por favor, no te quedes ahà de pie. Siéntate. —Le mostró el asiento para los visitantes. Él Se sentó en el mullido sillón mientras levantaba los pies sobre el escritorio.
— ¡Ah! Entonces esto es lo que sienten los grandes capitanes de la industria inmobiliaria.
—DĂgame de una vez lo que está sucediendo. Que tiene que ver mi padre con lo que tiene para decirme.
—Lo Ăşnico que le dirĂ© por ahora es que nada es lo que parece. Y por lo que pude notar, tĂş tampoco le tienes mucho aprecio a esta empresa. —Judith se fue sentando lentamente sin quitarle la mirada a JosĂ©. HabĂa algo que le intrigaba más allá de sus palabras. Sin titubear le preguntĂł.
— ÂżQuĂ© es lo que quiere RodrĂguez?
—José, ya que vamos a trabajar de manera tan cercana, para que tantas formalidades.
Fuentes Imágenes
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