Prae dolore
Soy de los que te quiere,
como otros nunca quieren.
De los que aman
con escaras, y cicatrices.
Con tierra en las heridas,
y lágrimas en las mejillas
siempre, cada tanto,
que mis inseguridades
me hacen perder
otra partida.
A tu lado, he aprendido a ser polvo.
A olvidarme de las secuelas,
y preludios.
A anhelar el ser libre,
y no valiente.
Sostenerte entre mis brazos,
sin temor a mis estupideces.
Sin miedo a la caída,
pues sé
que al caer en ti
solo me hallaría a mi mismo…
Y hoy, aquí,
a solas con el fantasma
del violinista en mi tejado,
caigo en cuenta
de que una vez más
mis inseguridades
me han hecho perder
otra vez la partida.
He caído sin tu pecho de paracaídas…
Hallándome frente al espejo:
Solo,
frío,
roto,
y con setenta años más de mala suerte.
Pero nuevamente,
queriéndote
como otros
nunca quieren.
Me duele la vida,
allí
justo en donde a otros
les late su corazón...
Sabe amarga tu ausencia.