Los seres humanos por razones existenciales vivimos en sociedad, en una interacción activa, continua y permanente; en la actualidad en la República Bolivariana de Venezuela, como sociedad viva de aproximadamente treinta millones de habitantes esa interacción tiene unas particularidades que vale la pena comentar a continuación.
La sociedad venezolana compuesta por sectores urbanos y rurales, ante una perturbación de la economía, estamos viviendo una fuerte alteración en el proceso de producción, distribución, comercialización y consumo de bienes y servicios.
Resaltando la inflación y la especulación en la adquisición de productos básicos para la alimentación, higiene personal, salud, entre otros; generando en las familias venezolanas en una fase inicial angustia, desesperación y preocupación; donde los miembros de las familias han asumido diversos comportamientos, entre los que destacan:
Una actitud de quejas generalizadas, manifiesta en los hogares, sitios públicos como parada de transporte, sitios de trabajo, campos deportivos, mercados, etc. Otra actitud de responsabilizar al Estado Venezolano como presunto responsable de no estabilizar la economía en una diatriba y polarización producto del modelo económico implementado. Asimismo un grupo de venezolanos ha asumido migrar del país ante la difícil situación económica; pero en lo particular, manifiesto mi asombro por una gran mayoría de Venezolanos (as) que el hecho de verse inmerso en un problema de inestabilidad económica, han asumido una actitud firme, de compromiso, nacionalismo y reencuentro con técnicas y costumbres alimenticias de las generaciones campesinas pasadas; sobresaliendo, los cambios de hábitos alimenticios, la harina de maíz, pre cocina industrial es sustituida por maíz pilado y pelado, procesado por cada familia para la obtención de la tradicional arepa de maíz; El café sustituido por harina de maíz tostado y el fruto de una planta conocida como chocolate, el cual, es tostado, molido y cocido como bebida matutina y vespertina; las golosinas industriales, sustituidas por harina de maíz tostado conocida como harinita y los helados fabricados por marcas reconocidas, sustituidos por helados caseros elaborados de frutas conocidos como tetas; los guisos preparados comúnmente con aceite vegetal industrial es sustituidos por la técnica de cocido al vapor; los detergentes de fabricación industrial es sustituido por el fruto de una planta conocida como parapara, cuya concha se sumerge en agua y se obtiene un detergente natural, y así otra cantidad de casos que pudiera citar.
Es increíble como estas familias intercambian conocimiento popular, artesanal, ancestral, produciéndose un reencuentro producto de la necesidad de satisfacer las necesidades básicas y han florecido valores de solidaridad, sinceridad, responsabilidad e increíblemente un amor hacia la tierra y las actividades agrícolas ancestrales; finalmente, puedo decir, que aunque padezco las necesidades por alimentos no me queda más que reflexionar, asumir y expresar “Como nos esta enseñando esta crisis en cuanto a creer en nosotros mismos”