Había sido profesor de literatura durante 35 años y había leído y comentado en clase cientos de poemas de todas las épocas, pero cada vez que leía este poema de Pablo Neruda, el número 20 de sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” le recorría un escalofrío de tristeza, la misma tristeza seguramente que sentía el autor cuando lo escribió, recordando un amor perdido y evocando la noche en que se amaban.
El no había sufrido ningún desengaño, y su primer amor lo seguía siendo, pero compartía el sentimiento de pérdida, de paso del tiempo que tan magistralmente expresaba el poeta.
Pasaron los años, vinieron otros mares, otras tierras, siempre descubriendo el mundo en la misma compañía .
Pero ahora, cuando "Un empujón brutal" había quebrado su vida, releía el poema en sus noche de soledad“Puedo escribir los versos más tristes esta noche” y cada vez que su ánimo se desplomaba, recordaba algunos de aquellos versos que de joven le erizaban la piel:
“En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.”
Neruda hablaba de un amor pasajero, pero que aún así no podía olvidar
“es tan corto el amor y tan largo el olvido”
Pero el pensaba que si su amor había durado toda la vida … el olvido tendría que ser más largo, tendría que ser eterno y se rebelaba contra el tiempo y contra todo.
“Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.”
Desde que la conoció, no se habían separado; los años volaron, los hijos se fueron, vinieron los nietos…era verdad, ella estaba en el viento..
Ahora el tiempo va tan lento que a veces teme que la tierra deje de girar. Sólo los recuerdos llenan sus horas :
“Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo”.
Pero ella está en todas partes, en los vanos de las puertas, en los reflejos del sol, en la sombra del jazmín.
“Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.”
Cuántas noches pasadas bajo las estrellas, en esos largos veranos, oyendo los sonidos de la noche con el rumor de los árboles, o del mar , mientras los niños dormían.
“Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido”.
Qué sentido tienen ahora aquellos versos que tantas veces había leído, ahora que
ella se había ido para siempre.