Cuando atravesaba el paso de Roncesvalles a pie, no sabía que su camino iba a ser algo más que una peregrinación a la tumba del patrón Santiago. Era Febrero de 2018 y una gran nevada cubría los alrededores de la Colegiata ; “mala la hubisteis franceses, en esa de Roncesvalles”: el verso del romance resonaba por el valle, y el espíritu de Roldán se lamentaba por no haber querido hacer sonar el cuerno para pedir ayuda a su tío Carlomagno; la historia se agolpaba en las armoniosas piedras que componían la iglesia de Santiago y el más antiguo edificio del lugar “El silo de Carlomagno” donde se enterraba a los peregrinos.
El rey Sancho el Fuerte, el rey gigante, reposaba en su panteón, con las piernas cruzadas, sin duda orgulloso de haber vencido a Miramamolín, en la batalla de las Navas de Tolosa, mientras Julia emprendía el camino en solitario, dispuesta a revivir la historia como a ella le gustaba, piedra a piedra y” verso a verso”
Las piedras del puente medieval de Zubiri, “El pueblo del puente”, desierto en ese frío mes de Febrero, empezaron a hablarle de viejas historias . A la orilla del río Arga, a falta de otro lugar de descanso, se sentó .¿Cuántos puentes tendría que pasar para encontrar su camino?...
Vió pasar corriendo una chiquilla de unos nueve años, vestida lujosamente , detrás de un perro al que llamaba insistentemente; unos criados la perseguían desesperados; la niña consiguió detener al perro :”quiero que te metas en el río con él “ mandó con decisión a uno de ellos, así no cogerá nunca la rabia”
-¿Por qué?- preguntó Julia
-Es un puente mágico; me lo ha dicho mi aya; me ha dicho que aquí se encontró a Santa Quiteria, ella tuvo que huir para que su padre no la casara con un romano y murió aquí.
- ¿Cómo te llamas?
-Juana. Mi padre es el rey y quiere que me case con un príncipe francés que no conozco. Voy a huir como Santa Quiteria y mi perro me va a cuidar.
El séquito de la princesa atravesó el puente y se fundió con el blanco de la nieve que cubría los campos.
Julia conocía el resto de la historia, la reina Juana de Navarra, casada los once años con FelipeIV de Francia, el Hermoso, se convirtió en reina de Francia y Navarra.
Julia reanudó su camino; no sabía qué significado tenía esa historia que las aguas del río arrastraban ; podía ser ella misma aquella niña que intentaba rebelarse contra su destino de niña princesa y reina.
Llegó a Pamplona por el puente de la Magdalena sobre el río Arga; rodeando la muralla , la atravesó por por el Portal de Francia y se encontró en pleno burgo de la Navarrería. Cruzaban las mujeres y los niños a refugiarse en las casas gritando y en la catedral los que estaban más cerca. Los hombres eran labradores y se defendían del ataque de los dos burgos colindanes , los de S. Cernín y los de S. Nicolás,donde vivían sobre todo francos.
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-Otra vez nos atacan- le explicó una vieja campesina, en una lengua apenas comprensible. Y ahora, además, como la reina Juana es también reina de Francia…los franceses han venido a luchar. Nosotros somos más de aquí. Defendemos nuestros fueros…Y huyó por la puerta de la muralla con otros muchos campesinos.
Julia se recuperó del susto y llegó al Ayuntamiento erigido en el lugar de intersección de los tres burgos en conflicto, ya en el S. XV, cuando el foso y las murallas que los separaban desaparecieron por orden del rey.
Julia vio el edificio del Ayuntamiento con otros ojos “alguna vez los reyes toman buenas decisiones. Cuánta sangre derramada. No aprenderemos de la historia. Siempre caemos en lo mismo…”
Salió de Pamplona, bordeando la ciudadela defensiva construida en el S.XVI y XVII, en dirección a Puente la Reina, dispuesta a seguir oyendo las viejas historias que flotaban alrededor de calles, iglesias y ríos por donde el Camino de Santiago zigzagueaba.