l desconcierto creado en mí por una extraña y misteriosa razón mitigaba mi cotidiana tranquilidad, el bombillo de mi cuarto y el del pasillo que daba con la puerta del mismo, se quemaban con bastante frecuencia. No podía prolongar, ni mucho menos, soportar ni un momento más, el porqué de este hecho. Todos o la gran mayoría de las personas conocemos la durabilidad de estos, que por lo regular es de meses o años. Pero mi desgracia iba acompañada, aparte de mi malestar emocional, con lo bastante peculiar e irregular del asunto en cuestión, no transcurría ni una hora para que sucediera el siniestro. Motivado por lo ocurrido, un día compré una caja de bombillos. Pensé que mi mal se debía a la mala calidad de los mismos y muy probablemente por causa del lugar donde los adquiría. Así pues, los obtuve en otra tienda y para estar seguros, en una que quedaba bastante alejada de donde vivía, para ser específico, en el centro de la ciudad.
na vez dentro de mi habitación comencé con lo que sería una faena llena de amargura, ya que al poco tiempo de haber colocado uno de ellos no ocurría más que lo descrito, por consiguiente, lo cambié, agarré otro y otro y otro más, y a pesar de, el resultado no cambiaba. Airado por el efecto ya relatado tomé los bombillos que quedaban y me dirigí al pasillo e hice el mismo procedimiento sin conseguir no más que el mismo efecto. No obstante, percaté una ligera diferencia en la durabilidad, al parecer los bombillos colocados en aquel lugar se quemaban a un lapso superior en comparación con los de la habitación. Para confirmar mi duda abrí la puerta del cuarto, coloqué un bombillo nuevo dentro, sin encenderlo, y otro en el pasillo, y, con la ayuda de un palo de escoba encendí ambos al mismo tiempo, a los pocos instantes mis sospechas fueron aclaradas, concluyendo que estaba en lo correcto, el bombillo del pasillo duró un poco más en apagarse. Luego de haber notado esta particularidad me surgió la idea de que la causa de mi mal se debería a problemas eléctricos, por lo que tomé el celular y llamé a un amigo electricista que me ayudara en mi acometida. Le expliqué mi caso, además le ofrecí una buena suma de dinero para que dejara cualquier otro asunto que estuviera haciendo y se ocupara lo más pronto posible de mi encomienda. A los pocos minutos ya se encontraba chequeando el sistema eléctrico de la casa. Mi amigo concluyo que todo funcionaba perfectamente.
i amigo se retiró de la escena sin darme otra aclaratoria salvo la mencionada, cosa que me molesto bastante, necesitaba solucionar este inconveniente de alguna u otra forma. Luego de darle vueltas al asunto en mi cabeza, terminé por aceptar la propuesta de mi amigo e hice exactamente lo que me indicó, probé desde el amanecer hasta el atardecer sin poder obtener un resultado favorable.
ranscurrieron varios días y el sentimiento de frustración se acrecentaba con la llegada de cada noche, esto debido a mi singular habito, tengo por costumbre leer y en ocasiones escribir mis historias bajo la tranquilidad que me da Selene, esa amada luna. Cierta noche acompañado de varias velas que situé alrededor del pasillo y dos en el escritorio que se encuentra cerca de mi cama, me dispuse a experimentar nuevamente, en esta ocasión sería a lo largo de las horas nocturnas donde desenvolvería mí ya gastada paciencia. Nunca me dio por hacer las pruebas con la caída del sol. Siendo sinceros no repuse en que se produjese algún cambio, sin embrago, existía la posibilidad de que sí ocurriera algún cambio, esto debido a que hay mayor fuerza eléctrica de noche promovido por el dormir de la mayoría de los ciudadanos de la cuidad. Acompañado del sentimiento inherente de despejar toda duda emprendí la realización de mis deseos y con cada hora transcurrida no había ningún cambio, excepto la diferencia inusual que la luz del pasillo tardaba un poco más en quemarse. Continué hasta ya pasadas las once de la noche, y para mi sorpresa, el bombillo del pasillo no había cedido ante el desagradable por venir del que estaba acostumbrado.
as doce de la madrugada y mi asombro aún continuaba en vigilia, a lo que me hizo pensar que no se apagaría y, para mi fortuna la luz que se generaba iluminaba de una manera exquisita el escritorio que se encontraba dentro de la habitación, (mi lugar preferido para escribir y leer) así que aproveché el momento para escribir alguna que otra historia que se me ocurriese. Al cabo de quizás unos minutos sentí un escalofrío recorrer mi piel, mientras una sensación de que estaba siendo observado se adueñó de mis pensamientos.
iré mi rostro con dirección al lugar, donde, según mi intuición, provenía la mirada de ese alguien que me observaba, la puerta de la habitación. Quedé estupefacto, lo que desencadenó que un infernal miedo recorriera completamente todo mi cuerpo, desde los pies a la cabeza, al descubrir que quien me observaba era una especie de sombra. Mi reacción al instante fue el de levantarme brusca y rápidamente. Mi asombro hizo que quedará recostado con la espalda pegada de la pared, y como cualquier otra persona, sintiéndome como animal acorralado en situación de peligro, mi cuerpo reaccionó de manera amenazante. Lo primero que hice fue mostrar agresividad a través de las palabras, por consiguiente, le grité:
los pocos minutos aquella siniestra sombra comenzó a desplazarse por la luz que proyectaba el bombillo del pasillo, a continuación, lo poco que recuerdo fue sentir que flotaba de una manera contorsionada en la habitación y pocos minutos después la sombra entró a mi cuerpo por mi boca.
a ha pasado una semana desde aquel fatídico día, hoy pude tomar posesión de mi cuerpo y lo primero que hice fue escribir estas líneas, para dejar alguna documentación de este diabólico suceso que se ha topado en vida. A lo largo de esta semana he hechos cosas tan horribles y grotescas que ningún ser humano en sus cabales haría jamás, no obstante, todas estas acciones se escapan de mi consiente, ya que, al hacerlas, yo, no podía controlar mi propio cuerpo, era o es como si alguna especie de espíritu me poseyera. Los primeros días comí de los desperdicios situados dentro de los recipientes de basura. Me comportaba como un animal… Peor que uno… Los siguientes días han sido infames, corrompí mi propio paladar y estomago al comer y beber de los propios desperdicios de mi cuerpo.
tra cosa que debo dejar por escrito y muy importante es que cada vez que logro tomar el control de mi yo e intento salir de este lugar, inmediatamente ese algo vuelve y me paseé. Lo preocupante del actual escenario es que hace un momento antes de escribir estas letras, colgué de una viga situada en el techo de mi habitación un mecate y debajo de este, un banquillo. Al parecer hoy será el adiós de mi existencia. Lo irónico y absurdo de este asunto, es que todo fue por haber cambiado un bombillo.
Fin.
Sayonara
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