Acá podría decirse que hubo un cambio de tono, pues las luces se pusieron más melosas y las melodías más rápidas y alegres... Sin embargo, todavía no cantaba ninguno de los solistas, esa parte vendría después.
Majestuosa y magistral podría decirse que resulta la música del Maestro Briceño y su fabulosa banda; se muestran a la altura de las mejores del mundo, las de New Orleans, las de París, las de los mejores centros culturales del planeta. Me hace pensar que en verdad Venezuela tiene un futuro radiante; la educación y la cultura son pilares fundacionales de toda Nación, y la mía, gracias al Dios Más Alto, las tiene.
Próximamente: ¡Parte C!