¡Muy buenas a todos!
Definitivamente, cada una las personas existentes en este inmensurable mundo, tiene una historia muy compleja e incomparable, única como todos nosotros. Una historia a paso inquebrantable que va constantemente forjando las piezas, en nuestros primeros pasos de vida, para luego crear la base de lo que seremos en nuestra etapa de madurez. Nuestra historia conformada por valores, aprendizaje, educación y experiencias darán lugar al futuro hombre o mujer que se enfrentara a ese largo y único recorrido, lleno de toda clase de cosas, al cual llamamos vida, camino que enfrentara con las bases forjadas de su temprana historia.
Resulta de igual manera, que la historia de una persona no tiene un final determinado; nunca será apaciguado el estado imparable en que se encuentra. La verdad es que, aun así ya seamos adultos, o nuestra edad sea longeva, la historia que nos hace ser lo que somos ahora, se mantendrá hasta el final de nuestros días y siempre estará confeccionando, de alguna u otra manera, nuestras herramientas en un proceso de constante evolución para nuestro mejor. Algo muy importante a destacar, es que ya para este momento, tendremos un control propio y conciencia de lo que realmente queremos, y a partir de allí, se ramifican las consecuencias por acción de las determinaciones o, como muchos le conocen, el destino.
Por ende, la historia de nuestra vida, la historia de lo que somos, fuimos y seremos, es mayormente determinadas por nosotros en vez de la vida o cualquier otra cosa, como dije anteriormente, la vida no es más que un gran camino lleno de una gran infinidad de sorpresas, alternativas, momentos, etc. En la cual nosotros debemos combatir y vivir, por supuesto. Ahora, somos seres de constante cambio y evolución más allá de un nivel biológico, algo característico en nosotros como seres humanos. Pero a pesar de dicha característica, cuando nos encontramos en la fase adulta, pareciera que desarrollamos un temor a los cambios, y adoptamos una vida sedentaria, excusándonos bajo pretextos como: Ya estoy viejo para esto; ya perdí mi oportunidad, etc.
Si bien es cierto que una edad avanzada es capaz de limitar varias cosas, no siempre es una excusa para realizar determinados cambios en nuestro estilo de vida. En ocasiones ni siquiera la edad llega a ser la limitante, si no que por su parte, entran en juego las costumbres, tradiciones o ideologías para interrumpir las necesidades de cambio y evolución en nuestras vidas. Es entendible que tengamos nuestros propios ideales, al fin y al cabo, es en cierta manera los que nos distingue, pero de igual manera debemos siempre estar abiertos a los cambios para buscar un progreso personal, debemos arriesgar y experimentar nuevas experiencias para ampliar nuestro criterio sobre las cosas y por supuesto, nuestra cultura.
Evitemos que la edad pase a ser un limitante, y descubramos las cosas de allá afuera, antes de que "sea tarde". Igualmente, el hecho de que seamos mayores, no significa que nuestro potencial finalmente pereció, explotemos en lo que podamos nuestro tiempo en nuevas vivencias, buscando hasta el fin el progreso, para que al momento de trascender en la historia, la nuestra brille como ejemplo y finalmente, descansar profundamente en conciencia.