París obscuro - parte 2 (final) - una historia corta de Mundo de Tinieblas

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Fleur Le Brun

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Mientras veía a mi amado Jean Paul inconsciente y desangrándose en esa silla, todo lo que pude hacer fue llenarme de impotencia a la vez que maldecía, gritaba y movía mis manos con fuerza, tratante de romper mis ataduras. El rocé de la carne viva contra las esposas carecía de cualquier tipo de dolor por la adrenalina y la furia que me invadían. Grite y pedí ayuda tan fuerte que estoy segura de que alguien podía oírme a través de las paredes... Pero nadie vino, o a nadie más le importaba.

-Te dije querida, que solo ibas a conseguir lastimarte a ti misma. Por favor haz silencio, tengo oídos muy sensibles y no quiero tener que amordazarte- Me tomo fuerte por mis mejillas y me acercó hacia su cara como si fuese un juguete.

-te traje aquí para conversar, no me hagas cortarte la garganta aquí mismo, sería un desperdicio de sangre. Ahora haz silencio y escúchame- Soltó mi cara y me colocó mi revolver sobre mis piernas.

-Veras mi hermosa Fleur, al parecer tu querido novio me siguió luego de una pequeña charla que tuve con el alcalde. Es muy bueno para escabullirse, ni siquiera yo pude notarlo- Se acercó a la mesa de la que se sirvió el vino y de un pequeño cajón sacó una daga plateada, exquisitamente fina, con una empuñadura que terminaba con la forma de un capullo de rosa.

-Eso no hubiese sido un problema si no me hubiese visto con mis "asociados", las horribles ratas de alcantarilla Nosferatu- Con la misma daga cortó las amarras de mis piernas. -Para colmo de eso, nos tomó una foto. Esta foto-

Me enseñó la pequeña foto revelada que había utilizado para investigarlo a Él. Cuando Jean Paul me había enseñado la foto noches atrás ambos pensamos que los sujetos deformes parados a su lado solo eran maniáticos disfrazados. No tenían ninguna conexión con su investigación acerca de los sobornos que estaba recibiendo el Alcalde para la venta de terrenos públicos en los que estaban escuelas y hospitales. Pero Jean quiso seguir investigando...

-Veras, en nuestra sociedad vampírica hay reglas, una de ellas es mantener el secreto de nuestra existencia a los mortales, La mascarada, aquellos que violan esta regla son castigados, desde el rechazo y el destierro de nuestros territorios hasta incluso la muerte definitiva- Hizo una pausa y se colocó detrás de mí. -Y después de 250 años de vida morir no es una de mis prioridades futuras como comprenderás-

-¡Déjalo ir! ¡Por favor!- Le imploré ya con lágrimas en los ojos. -No sabrás nada de nosotros, ¡Nos iremos de París! ¡Desapareceremos! Haré lo que sea pero por favor te lo suplico !Déjanos ir!- No lo aguante más, el dolor y el miedo combinados con la imagen de mi amado Jean totalmente torturado habían quebrado lo último de la voluntad que me quedaba. Por primera vez en mucho tiempo tenía miedo, por mí, por Jean, por lo que sea que Antoine iba a hacernos.

-¿Lo que sea dijiste?- Su tono cambio de amenazador a verdadera curiosidad.

-¡Sí! lo que sea, haré lo que quieras, cualquier cosa que me pidas pero por favor detén esto- Mi voz ya se empezaba a poner ronca y las lágrimas y la mucosa de mi nariz empezaban a secarse en el frio de la habitación.

-Pues déjame decirte chère que en serio me impresionaste, buscaste información de mí de donde nadie más buscaría. Hablaste con muchos de mis contactos a los que muy pocas personas les doy acceso, y no solo eso, conectaste los puntos hasta poder dar conmigo. Algo impresionante- Un sonido de llave se escuchó y de repente mis manos quedaron libres.

-Y por esa razón quiero que trabajes para mí. Quiero que seas mi investigadora privada personal. Quiero que investigues, sigas, vigiles y tomes nota de cualquier persona que yo te diga que lo hagas y a cambio. Borraré la memoria de tu amado Jean para que no recuerde nada de lo sucedido, no podré devolverle sus dedos claro está, pero puedo implantarle un bonito recuerdo de un trágico accidente de autos.-

-¿Y qué pasará conmigo? ¿Poder seguir viéndolo?

-No mientras trabajes para mí, Pero cuando ya dejes de serme útil borraré tu memoria y serás libre de hacer lo que quieras- Ante esas palabras un pequeño rayo de esperanza se vislumbró en mis ojos.

-Entonces, ¿tenemos un trato Fleur Le Brun? o ¿tengo que tomar esa arma y hacerte dispararle a él y volarte los sesos tu misma?- No era un trato en absoluto, pero la opción de ser una sirvienta y dejar ir a Jean era mucho más esperanzadora que la alternativa en ese momento.

-Es un trato. Seré tu investigadora privada a cambio de que lo dejes ir.-

-¡Bien! tenemos un trato entonces, pero para cerrarlo debemos hacer un brindis primero, es una tradición entre nosotros cerrar con un brindis todo tipo de trato- Me dio la espalda y se acercó a la puerta de la habitación, yo estaba desatada y podía haberle disparado o intentado huir, pero creo que sabía exactamente que no importara lo que hiciese, no podría escapar de Él. La confianza que reflejaba con cada paso y la apariencia egocéntrica de su rostro casi me retaba a intentar hacer algo. Abrió la puerta y afuera de ella estaba una mujer de mediana edad con traje de mucama.

-Madame Alain, por favor traiga 2 copas con el Côtes-du-Rhône, tengo un trato que cerrar con la señorita

-We monsieur Rousseau- La señora hizo una reverencia y se alejó ¿Llevaba allí todo este tiempo y nunca se molestó en entrar después de oírme gritar como desesperada?

Pasaron 5 min y la mujer estaba devuelta con una charola de plata con 2 copas de vino llenas, este vino si se veía de una consistencia más líquida. Jean seguía inconsciente, la pérdida de sangre debió haberlo dejado muy leve, pese a que sus dedos habían sido tratados por primeros auxilios no sabía cuanta sangre pudo haber perdido.

-Aquí tienes chère- Me paso la copa. -Por una prospera relación de negocios- Las copas chocaron, de haber sabido que ese sería mi último acto por voluntad 100% propia, hubiese tomado ese revolver y me hubiese disparado en la sien para terminar con todo antes de que siquiera empezara....

-Por Jean- Bebí de la copa hasta la última gota. El vino tenía un sabor extraño, como si fuese más dulce con cada sorbo, no podía detenerme y al final, sentí que quería más vino, sentí que quería más de Antoine.

-¡Oh! cierto, olvide mencionarte algo querida, como recordaras no fui el único que se enteró de la presencia de tu querido Jean cuando tomó la foto, mis asociados también lo vieron, en realidad, mis asociados fueron los que insistieron en que le sacara toda la información posible o de lo contrario, por mi descuido, iban a llevar ese asunto al Príncipe, nuestra figura de "gobierno" por así decirlo y estoy seguro de que entiendes que ese tipo de mala publicidad es perjudicial para mi.-

Empezaba a sentirme mareada, y a la vez deseosa, cada palabra que salía de la boca de Antoane era como escuchar a un Ángel susurrarme al oído, no sabía en donde se había metido todo el Odio y la rabia que tenía hace apenas unos minutos. El comenzó a acercarse a Jean mientras me seguía hablando.

-Pero al mismo tiempo pensé que tal vez podía beneficiarme de esto, tal vez podría hacer que la querida Novia cuyo nombre tanto escondía podría dar conmigo si lo mantenía prisionero y dejaba una pista allí y otra por allá, no tan fácil como para que cualquiera pudiese resolverlo, sino algo muy elaborado para que solo una mente brillante y una voluntad digna pudiese descubrirlo y allí....apareciste..... Tu.-

En ese momento clavó la daga plateada en la pierna de Jean, el dolor hizo que reaccionara inmediatamente, empezó a maldecirlo y a decirme a mí que corriera, que escapara... Pero no podía.

-Veras querida estas aquí porque yo quise que estuvieses aquí, te di de beber de ese vino que tenía un poco de mi sangre porque sabía que te vincularía a mí y me permitiría hacer esto más fácil- Antoane se acercó a mí, su cara perfilada y sus ojos azul pálido tenían un brillo más deslumbrante de lo normal, no sentía miedo como la primera vez que lo vi.... no... Sentía deseo, casi lujuria por estar a su lado, por hacer lo que Él me pidiese sin importar lo que fuera, fue allí cuando me besó en los labios y me susurro al oído...

-Mátalo, lenta y dolorosamente, hazlo por mi chère-

Fuente


Y le disparé. Le disparé al hombre con el que compartí mi vida por 5 años, el hombre al que amaba le dispare las 5 balas restantes del revólver, dos a las rodillas, una al hígado, una más que le voló 2 de los dedos restantes de su mano derecha y una final en la cabeza, me tomé un minuto por cada disparo solo porque Antoane me dijo que lo hiciera lento y doloroso... y cuando termine no sentí pena ni dolor, ni siquiera remordimiento, solo sentía satisfacción por haber cumplido el deseo de aquel Demonio que se convertiría en mi Sire.

-¡Bien hecho mi pequeña ghoul! ¡Bien hecho!... Bienvenida al mundo de tinieblas, de ahora en adelante, tú y yo haremos grandes cosas. Y un día me agradecerás por esto...-


Fín

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Links a las demas partes de la historia:

París obscuro Prologo

París obscuro - Parte 1

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