Antes de empezar con mi escritura, aclaro que es la continuación de este POST ANTERIOR el cual si aún no lo leen pueden hacerlo.
Me había quedado impactada cuando me agache a recoger mi pluma y ver aquella figura sentada unos puestos más adelante que el mío, ¿no puede ser? que coincidencias que en este tren vaya él, ¿será que voy a saludarlo? no, mejor espero que el me vea, decidí sentarme un poco más a la orilla del asiento para que pudiera observar que yo estaba allí, después de una media hora más o menos, sentí como su sombra cubría mi presencia, levante la mirada y nos vimos muy seriamente, él se sentó como si nada y un "hola" inició esta conversación, no sabía que sentía en ese momento, si era ira o felicidad de encontrarnos después de muchos años.
Un viejo amigo, o para ser más exacta un antiguo amor de esos que se quedan pegados en la piel por mucho tiempo, (esperaban que fuera el hombre del bar-cafe) yo tambien esperaba que fuera él, sigo relatando. Hablamos de cómo estaban nuestras vidas, y me pregunto que tal berlín, le conté todo con lujos y detalles aficando mi discurso en el café-bar, su cara de molestia se dejaba ver mientras escuchaba como le relataba mi historia, un hombre increíble dijo irónicamente, más increíble que tú por lo menos es fue mi respuesta también con ironía.
Seguimos charlando y me propuso salir apenas llegáramos a nuestro destino, yo accedí y así fue, una vez llegáramos a málaga iríamos por algún café o trago, debo admitir que tenía esperanza de encontrarme con aquel hombre nuevamente, miraba a todos lados buscando alguna mísera señal o alguien parecido, no, no era obsesión, es que la pase muy rico. Estando en el bar entre música y unas cuantas copas se me empezaron a nublar los pensamientos, creo que es hora de irme le dije, con gusto aceptó llevarme a mi casa. Llegamos y siento como empieza hablarme muy despacio al oído, a pasar sus manos sobre mis hombros, a respirar en mi cuello, BASTA, NO, no quiero que hagas esas cosas le dije, pero él seguía, sabía dónde tocar, cómo hablar, un poco engreído me dijo que aun no perdía el toque conmigo.
Me deje llevar por el momento, decidí aceptar sus caricias y sus besos pero con el rostro de aquel hombre para hacerlo aún mejor para mi, por suerte no conocía su nombre lo que me daba la ventaja de solo imaginar su cara sin necesidad de nombrarlo. Tirados en el mueble me quito lentamente la ropa y se desvistió él también, yo estaba encerrada en mis pensamientos que me llevaban a Berlín, específicamente a un pasillo de un café-bar. Allí estaba yo recordando ese momento de lujuria, escuchaba a lo lejos una voz preguntándome que si me gustaba lo que estaba sintiendo, yo muy confusa en mis recuerdos decía que si. Al cabo de un rato abrí mis ojos y estábamos los dos en el sofá, sin ropa, su líquido por varias partes del piso y una respiración jadeante. Debes irte ya le dije y así fue, no puso objeción para retirarse de mi casa.
Detallo mi cuerpo y me sumerjo en mis pensamientos nuevamente, llevando esta vez mis dedos a mi entrepierna para acariciarme con mi otra mano apretó mis pezones, llevándolos a mi boca, hago todo esto con su rostro en mi imaginación, cada vez que me tocó más rápido, lanzo gemidos al aire deseando que me escuche donde quiera que esté. Desenfrenada sigo frotando mi clítoris, hasta sentir que las piernas me tiembla y que no puedo seguir de pie recostada a la pared, he acabo yo misma con solo imaginar su cara, decido tomar una ducha y descansar, quizás lo mejor sea olvidarlo ya.