De libélulas y granos de mostaza.
Hay veces en las que simplemente uno no tiene nada que decir, nada que ofrecer, nada que hacer... hay veces en las que actuar bajo un modo específico solo complica las cosas... hay veces en las que solo hay que admirar.
¿Como es que hacemos de cosas tan pequeñas, gigantes acontecimientos?, así como al mismo tiempo vale la pena preguntarse, ¿cómo hacer de gigantes acontecimientos, cosas pequeñas?... no lo sé, supongo que a medida de que uno madura nos encontramos con situaciones que nos harán aprender tales cosas.
El proceso de aprendizaje es constante, dinámico e interminable y es importante a veces solo detallar y enfocarse en disfrutar de lo que nos rodea, porque a pesar de ser críticos en las situaciones que nos rodean, hay veces en las que las respuestas, simple y llanamente aparecen frente a nosotros como una pequeña libélula sobre una flor...
Hace ya bastantes siglos, un grandísimo poeta japonés, Basho, recibió a su discípulo Kikaku, quien le dio a leer un haikú que acababa de componer. El poema decía así:
El maestro leyó el poema y replicó: No. De este modo has matado a la libélula. Di más bien:
Esto es algo que desde hace siglos se ha sabido, aunque hoy parece que haya gran empeño y mucha prisa en olvidarlo... hay veces en las que únicamente es importante ver las cosas desde puntos de vista diferentes para hacer funcionar mejor las diferentes situaciones a las que nos enfrentemos.
Hay veces en las que vale la pena ser como pequeña libélula, actuando por instinto y vivir una vida llena de pequeños grandes acontecimientos.