Una vez prometí la luna en una noche romántica y como nunca pude cumplirlo el romance se acabó.
Desde aquel momento soñaba en cómo hacer para bajar la luna, envolverla para regalo y mantenerla ahí para poder cumplir con mi próxima promesa.
Pensaba y pensaba y nada se me ocurría, hasta que un día me pregunté –¿Por qué debo ser egoísta al bajar y esconder la luna para regalarla?–. Fue cuando decidí visitar la luna, si, ir hasta ella en vez de traerla hacia mi y llevar a las personas que les prometería bajarle la luna, como tripulación.
Solo tenía que planificar el día y el equipo ideal para emprender tan prometedor viaje.
Llegó el momento y tenía que salir en la mañana para regresar en la noche, era un viaje relámpago de ida y vuelta.
La noche anterior estuve muy nervioso y no podía dormir. El cansancio me derrotó, soñé que estaba revisando junto con el resto de la tripulación, el transbordador espacial que llevaba como nombre "Galaxy Steemit III" conocido por sus siglas GSIII.
Al culminar la revisión externa, nos montamos en la cabina y antes de comenzar la cuenta regresiva revisamos también todos los instrumentos de navegación para ver si se encontrarán funcionando correctamente.
Finalmente despegamos rumbo a la luna, la misión era alunizar y tomar unas fotos que serían la prueba de que estuve en la luna con la tripulación más importante de mi vida, para cumplir lo prometido, sin eliminar la luna de su sitio y que todos podamos disfrutar de ella todas las noches.
Encontramos otros astronautas con quién intercambiamos experiencias, porque estábamos cumpliendo sueños similares.
El viaje estuvo algo turbulento, sobre todo al salir de la atmósfera, luego comenzó un viaje mucho más tranquilo hasta que alunizamos. Era increíble lo que veíamos, pese a la baja luz. –Lo logramos chicos– fue lo que gritamos.
Seguimos con nuestra misión, una vez culminada teníamos que regresar, era algo complicado teníamos poco combustible y menos oxígeno, así que recogimos y guardamos rápidamente todos los implementos para no contaminar la luna.
Una vez en la nave de regreso, me asomé por la ventana y vi la belleza de la tierra desde el espacio, el planeta azul. Nunca lo podré olvidar. Al aterrizar, simplemente me desperté.
He llegado a la conclusión de que todos los sueños se cumplen, claro en su ambiente, así como los objetivos en el suyo.
Cuento inspirado en la visita una visita al Museo de los Niños y la exhibición de la "Conquista de Espacio".